Capítulo ciento veintiseis "el maldito libro"

113 11 0
                                    

Pov Hannah:

Despertar al día siguiente con la mente aún nublada y llena de imágenes confusas no era lo mejor para enfrentar el desayuno. Mientras intentaba concentrarse en el libro de los doctores del miedo, las palabras parecían bailar ante mis ojos, mezclándose de forma incomprensible. La migraña me torturaba, y los fragmentos de mi niñez con un disfraz extraño y un idioma desconocido solo aumentaban mi inquietud.

Scott se inclinó hacia mí, su preocupación evidente en cada línea de su rostro.—Creo que deberíamos tomar toda la ayuda que podamos —dijo con seriedad.

Lo miré, sacada de mis pensamientos. ¿Theo? ¿De verdad él? La idea me incomodaba. A pesar de todo, no podía ignorar el hecho de que no confiaba en él, y lo había dejado claro.

—¿Pero Theo? ¿Por qué él? —pregunté, mi voz cargada de desconfianza.

Scott mantuvo la calma, tratando de hacerme ver su punto.—Confío en él. Parece saber cosas que podrían ser útiles para nosotros —respondió.

Fruncí el ceño, dudosa de sus intenciones.—Sí, bueno, recuerda eso cuando te traicione y nos haga daño —dije, recordándole mi escepticismo.

Scott me miró con una mezcla de comprensión y determinación. Su expresión cambiaba, y podía sentir que había algo más en lo que quería decirme.—Hannah...

Lo miré de vuelta, firme y decidida.—Hannah nada —dije tajante—. No vas a convencerme con esa mirada tuya.

Él sonrió con un brillo travieso en los ojos, como si tuviera un as bajo la manga.—¿A no? ¿Quieres apostar? —preguntó, su tono lleno de desafío.

Fruncí el ceño, sin saber exactamente qué esperaba. Pero la sonrisa en su rostro me decía que estaba dispuesto a hacer algo para que cambiara de opinión. Lo miré con desdén, pero también con una curiosidad creciente.

Negué con la cabeza, mi expresión era una mezcla de frustración y desafío.

—no, porque no lograrás que confíe en él —me puse en pie tomando mi libro para ir por mi mochila.

Antes se salir de la cocina su mano tomó mi brazo deteniéndome, tirando suavemente de mí. Me giré de repente y choqué contra su pecho, el impacto hizo que soltara el libro. —¿A dónde vas? —murmuró bajando la mirada para encontrarse con la mía.

—por mi mochila ¿ya viste la hora? —señalé el reloj tras mi espalda.

Scott miró el reloj y luego volvió a mirarme. Sus ojos estaban llenos de una mezcla de determinación y cariño.

—Annah, sé que es difícil, pero tenemos que intentar confiar en las personas que pueden ayudarnos. Incluso si es Theo —dijo con suavidad, sin soltarme.

Suspiré, mi resistencia comenzando a ceder ante su insistencia. La verdad era que, a pesar de mis reservas, sabía que Scott tenía razón en una cosa: no podíamos enfrentar esto solos.

—Está bien —dije finalmente, con un leve suspiro—. Pero solo porque confío en ti. No en él.

Mi novio sonrió, esa sonrisa que siempre lograba calmarme un poco.—Es todo lo que necesito —dijo, acercándose un poco más y dejando un suave beso en mis labios.

—Pero en serio, necesitamos apurarnos —le recordé, apuntando de nuevo al reloj.

—Él asintió —¡Melly! ¡Es hora de irnos, Cariño!

La pequeña no tardó en bajar las escaleras con sus rizos rebotando por todos lados, la mochila en su hombro y una sonrisa en el rostro.

Antes de salir recordé algo importante, paré a Scott mirando de reojo que Melody estuviera lo suficientemente lejos para no oír —una cosita más —acerqué mi boca a su oreja —Sí dejas entrar a Theo en la manada...me valdrá que seas el alfa verdadero, voy a matarte ¿Entendido?

AMHESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora