Capítulo treinta y ocho "La marca"

555 31 6
                                    

Ni bien llegamos a casa mi celular sonó, era un mensaje de Allison la cual me había mandando una foto de su brazo y el de Lydia con una marca que unidos formaban un especie de logo.
Intente ayudar buscando, por alguna razón se me hizo familiar pero no supe de donde.

—oye —Stiles se asomó por mi ventana —¿Vienes a la fiesta?

—si, claro —voltee y noté que estaba con Scott —¡oh! ¿Tú también vienes?

—Stiles me obligó —el susodicho golpeó su brazo.

—será bueno para ti —sonreí.

Un rato después llegamos al lugar, desgraciadamente no había espacio para estacionar cerca de la casa donde sería el cumpleaños, por lo que tuvimos que caminar unas cuadras, en ese rato ambos chicos iban hablando de temas tan repetitivos que ya no me interesaban.

—¿Cómo huele mi boca? —preguntó Scott.

—no lo sé y no voy a olerla —respondió mi hermano.

—¿Tienes un chicle?

—¿Piensas besar a alguien? —alcé una ceja divertida.

—si se da la ocasión, pues sí.

Entramos y vimos a la cumpleañera quién clavó la mirada en mi hermano como un león cazando a su presa, algo se traía entre manos, estaba segura.

—¡Stiles! ¡Hannah! —corrió hacía nosotros y besó a mi hermano.Scott y yo nos miramos sorprendidos. —¿Y quién es él?

—soy Scott...

—mi novio —tomé su mano, la cara de ambos chicos era todo un poema. —¿No es atractivo?

—¡wow! ¿Quién lo diría? —lo escaneó de arriba abajo.

—lo sé —sonreí alzando la mirada hacia él —y es el capitán del equipo de lacrosse —lo abracé apoyando una mano en su pecho —y es todo mío.

—si —murmuró Scott atónito aunque intentando seguir el papel que le di espontáneamente.

—bueno, Stiles —volteó hacia mi mellizo.

—¿Qué acaba de pasar? —nos separamos.

—lo siento, entre en pánico.

—¿Por qué? —frunció el ceño.

—ya no importa, lamento incomodarte.

—Annah, no me incómodas solo me tomaste desprevenido. —aseguró.

—oye —Stiles se acercó —¿enserio creer que te dejaría estar con él? —lo señaló —míralo, es un hombre lobo, es distraído y tiene la mandíbula chueca.

—reí —pues me parece tierna su mandíbula —miré detenidamente al castaño —no había notado que la tenía así.

—oigan, tengo sentimientos —se señaló.

—tranquilo, sigues siendo sexy —en cuanto eso salió de mi boca, mis ojos se abrieron como platos —mierda, ¿Lo pensé o lo dije?

—lo dijiste —respondieron al unísono.

—bueno, tampoco dije algo del otro mundo —le resté importancia.

—¡vamos! —la rubia volvió y se llevó a mi hermano.

—si sabes que van a tener sexo ¿Verdad?

—¿todo eso lo dedujiste con tu olfato? —reí.

—tengo ojos Annah —los señaló —es muy obvio.

—¿tan desesperado está?

—como nosotros cuando lo hicimos —recordó.

—no fue así —lo miré —estábamos borrachos.

AMHESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora