Capítulo noventa y nueve "Miedo"

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Melody se despertó en cuanto llegamos, tenía la mirada perdida y estaba algo retraída, quería creer que no tenía que ver con lo que pasó con Scott pero francamente, dudaba.

—¿Estás bien, cariño? —me inqué frente a ella para estar a su altura.

—ella asintió —sí.

—¿No tiene que ver con papá? —pregunté, buscando su mirada.

Ella me miró, sus ojos llenos de preocupación —Es un monstruo... —susurró, sus ojos llenándose de lágrimas.

Sentí un nudo en el corazón al verla tan asustada. La abracé con fuerza, tratando de transmitirle toda la seguridad que necesitaba.

—No, cariño, papá no es un monstruo —le dije, acariciándole el cabello. —no tienes que tener miedo, el jamás te haría daño.

—Pero sus ojos... y el gruñido... —lloró Melody, su pequeña voz temblando.

Vi la oportunidad de distraerla y calmarla un poco.

—¿Sabes qué? —dije con una sonrisa—. ¿Por qué no cocinamos juntas la cena? ¿Qué te gustaría hacer?

Melody me miró, algo sorprendida por el cambio de tema, pero la idea pareció captar su interés.—¿Podemos hacer pasta? —preguntó, limpiándose las lágrimas.

—¡Claro que sí! Haremos la mejor pasta del mundo —respondí, dándole un beso en la frente.

Nos dirigimos a la cocina, y pronto nos encontramos sumergidas en la preparación de la cena. Melody se animó mientras me ayudaba a cortar los ingredientes y mezclar la salsa. Su carita, que minutos antes estaba marcada por el miedo, ahora mostraba una sonrisa tímida.

—¿Puedes pasarme los tomates, chef Melly? —le pedí con una voz exagerada y divertida.

Ella rió y me pasó los tomates.—Aquí tienes, mamá.

La cocina se llenó de risas y de olores deliciosos mientras trabajábamos juntas.

Cuando finalmente terminamos, la mesa estaba lista con un plato de pasta que olía maravilloso. Melody parecía haber olvidado, al menos por el momento, sus temores.
Nos sentamos a cenar, y ella seguía hablando sobre la pasta, su entusiasmo creciendo con cada bocado.

Mientras comíamos, tocaron la puerta, sabía que era Scott pues había recibido un mensaje suyo unos minutos antes. Mi mirada se dirigió a mí hija, la cual estaba bastante entretenida con su comida sin ningún tipo de temor.

—Mel, Cariño, papi a venido a verte —dije suavemente.

—está bien.

Tomé una respiración profunda y fui a abrirle a Scott. Allí estaba, con esa mezcla de determinación y preocupación en su rostro.

—Hablé con Melody —le dije en cuanto lo saludé con un pequeño beso en los labios, dejando que entrara.

Scott asintió, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y esperanza.—¿Todavía me tiene miedo? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

Asentí lentamente.—Sí, aún tiene miedo. Le expliqué que no debía tenerlo, pero creo que tendrás que trabajar para recuperar su confianza —respondí con sinceridad.

Scott suspiró, su rostro reflejando la carga emocional que llevaba. Caminó con cuidado hacia la cocina, siguiendo el rastro de olor de Melody. La encontró sentada en la mesa, sus pequeños dedos jugueteando nerviosamente con su tenedor.

—hola, Cariño —dijo suavemente, manteniendo la distancia para no asustarla.

—hola —murmuró.

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