Un gemido roncó salió de mis labios. Sentí algo cálido y suave debajo de mí. Abrí los ojos de golpe cuando una risa profunda llenó mis oídos, las vibraciones se ejecutaron a través de mi cuerpo.
- Buenos días, preciosa.
Me senté rápidamente. Él me sonreía, claramente disfrutando de que me hubiera quedado dormida sobre su pecho desnudo. Se levantó, agitando su cabello y luego se apoyó sobre los codos. Miré la marca oscura que había dejado en su cuello.
- Si querías sentirme de nuevo, sólo tenías que preguntar. - dijo.
Un rubor se deslizó por mis mejillas, los acontecimientos de la noche anterior llenaron mi mente. Los suaves gemidos de Justin ocuparon mis pensamientos, seguida por la imagen de él desesperada meciendo sus caderas con mi tacto.
No me había dado cuenta de su cercanía, los pensamientos habían abrumado mi mente.
- Bueno, eso si no quieres que te devuelva el favor.
Nuestra proximidad casi me hizo caer de la cama. Sus largos dedos se arrastraron por mi brazo descubierto. Lo sentí soplar la piel mientras sus labios flotaban ligeramente por encima por mi piel. Me moví, y en un movimiento torpe, me golpeé contra la mesilla de noche. Dejé escapar un suspiro cuando volví a mi lugar.
Me volví hacia Justin, que parecía divertido al ver mi episodio torpe. Elevó las cejas mientras sonreía.
- ¿Estás bien?
Asentí, dejando caer el pelo en mi cara, cubriendo mis mejillas ardientes. Me asusté cuando Justin apareció frente a mí. No estaba segura de a donde mirar, él seguía en calzoncillos. Cerré los ojos cuando tomó mi barbilla, unos segundos después los abrí. Dejé de respirar cuando pasó el pulgar por encima de mi labio inferior. Miré su lengua, que humedecía sus labios lentamente. Aparté la mirada de él, ya no era capaz de mirarlo. Él suspiró. Dejó de tocarme y me alejé de él un poco.
- Puedes ducharte si quieres.
- Gracias. - hablé en voz baja.
Me levanté rápidamente. Oí pasos detrás de mí. Me volví para encontrar a Justin en la puerta, con una sonrisa pícara. Colocó su mano por encima de mi cabeza contra la puerta.
- Puedo ducharme contigo. - hizo una pausa. - Para ahorrar agua y todo eso.
Su sonrisa pícara y su tono juguetón me hicieron saber que su objetivo no era ducharse.
- No, gracias. Estaré bien.
Su mano se deslizó por la puerta mientras se reía. Sus dedos rozaron mi mejilla antes de hablar.
- Sólo házmelo saber si cambias de opinión, cariño.
Cerré la puerta, forzando la cerradura. Me quité la ropa, entré en la ducha, y dejé que el agua caliente cayera sobre mí. Durante unos minutos estuve completamente relajada, sintiendo la sensación del agua caliente sobre mi piel, pero entonces llamaron a la puerta.
- __. - la voz ronca de Justin sonó a través de la puerta.
- ¿Sí?
- Voy a por el coche. Quédate aquí, ahora vengo.
- Puedo ir en autobús, no...
- No. - su voz severa me interrumpió. - Te llevaré a casa.
Su tono áspero me hizo pensar que probablemente lo mejor era hacer lo que él decía y no discutir con él.
