Habíamos discutido la información que Maejor había revelado en la fiesta. Había sido difícil sacarle el contenido de su encuentro con él. Justin aun no me había dicho de la persona que estaba en sus pensamientos cuando el tema fue abordado. Pero eso no importaba, al menos estaba hablando de ello, me lo tomé como un avance positivo en cuanto a su necesidad de guardarse las cosas. Fue una semanas antes de que decidiéramos visitar su antiguo vecindario y sus recuerdos encerrados en el mismo. No había forzado o presionado la situación. Sólo cuando estábamos regresando de visitar a su hermana, desvió el coche y se detuvo junto a la acera, a las afueras de un parque.
- Jazzy y yo solíamos venir aquí los sábados para jugar en los columpios. Mi madre nos había dado algo de dinero para un helado, pero yo no quería el mío, se lo di a Jazzy y ella compró dos bolas en lugar de una.
Fue inusualmente tranquilo, los meses más frescos del verano transformándose en los colores cálidos del otoño. Justin tomó mi mano, caminando por un camino frondoso aparentemente familiar. Era bonito, un parque clásico con bancos y árboles, un olor a tierra que me llevó de vuelta a mi infancia.
La puerta de metal se mantuvo abierta para mí y procedí a tomar ventaja del gesto caballeroso de Justin y procedí a tomar ventaja del gesto caballeroso de Justin, entrando en el patio de recreo casi desierta en él tras de mí. Sonreí al oír un grito encantado; un niño pequeño escondido en la fortaleza de madera mientras su padre lo llamaba.
La corteza hecha de un paseo amortiguado bajo mis botas mientras me unía Justin por un conjunto de columpios. Subió la cremallera de la chaqueta que él llevaba hasta el cuello, luchando contra la brisa. Metí mis manos en los bolsillos empujando ligeramente su zapato con el mío. Él con gusto me indicó que emulara su posición.
- Habíamos comprado su helado y vinimos aquí. Ella había insistido en conseguir chispas de chocolate. – su expresión se suavizó con el recuerdo. – Había un grupo de niños, unos cuantos los reconocí de alrededor de donde vivíamos. Ellos tiraron el cono de mi hermana y se rieron.
Me senté en el columpio junto a Justin, tan inmerso en las palabras, pude verlos jugar ante mis ojos. A Jazzy más joven y su hermano. Había visto fotos de ambos en el momento en que eran jóvenes adolescentes, Justin con todo el pelo rubio.
Mis piernas se enderezaron, tomando a la ligera la retención de las cadenas atadas a mi asiento moviéndolo hacia atrás y delante.
- Lo empujé hacia abajo, le dije que se fuera a la mier*da. Uno de sus compañeros me empujó hacia el puente. – los ojos de Justin se dirigieron a la pequeña travesía de madera que unía los toboganes y las barras. – Me dieron una paliza ese día, pero lo único que podía pensar era en Jazzy. Ella me llevó a casa prácticamente diciéndome lo estú*pido que había sido por iniciar una pelea. Recuerdo a mi madre gritándonos, consiguiendo que nos limpiáramos e irnos a nuestras habitaciones antes de que mi padre llegara a casa.
Justin no me había mirado mientras lo contaba, probablemente demasiado atrapado en las imágenes ya pasadas. Con sus pies seguía haciendo contacto con el suelo, estiró sus largas piernas, empujándose a si mismo en el asiento del columpio.
-Creo que ese fue el día en que mi madre se dio cuenta de que no iba a depender de nadie… Y eso la asustó.