Había visto por afuera de la ventana más temprano por la tarde, el cielo se había oscurecido, mojando todo lo que no estaba cubierto. Pero el tiempo había mejorado en el último par de horas, todavía nublado pero ya no llovía.
- Tus cordones están desatados. - Justin comentó casualmente mirando a mis botas. - Te puedes caer otra vez.
- Oh.
Empecé a agacharme, pero una mano cálida cesó mi movimiento.
- Yo lo hago.
Una tímida sonrisa se extendió sobre mi boca cuando Justin se puso de rodillas delante de mí. Su expresión adorable hundiendo mi corazón mientras miraba hacia arriba. Parecía casi inocente, sus labios rosados entreabiertos, sus ojos brillando. Sus pestañas revolotearon cuando suavemente aparté algunos mechones sueltos que habían escapado de su gorro, mis dedos rozando sobre su mejilla antes que inclinara la cabeza, volviendo a atar mi cordón.
Justin casi tarareaba mientras yo jugaba distraídamente jugaba con los rizos pequeños de su nuca, la acción reconfortante para los dos.
El sonido de la puerta de la tienda me distrajo, miré a mi alrededor justo para ver de cerca, pero no había nadie a la vista. Mis labios fruncidos, explorando por el aparcamiento, vi al hombre cuya presencia no me había pasado desapercibida en la tienda donde yo trabajaba. Mi respiración se aceleró, mi boca secándose mientras su cabeza se volcó ligeramente, y me dio la oportunidad de echar un vistazo para reconocer sus rasgos en mi mente. Segundos después desapareció por la esquina.
- ¿____?
Mi cabeza se lanzó hacia abajo, esperando ver a Justin todavía en cuclillas en el suelo, pero él ahora estaba de pie, mis cordones atados.
- ____, te pregunté si estabas bien. - frunció el ceño.
- Yo, yo... Sí, estoy bien. - tartamudeé. - Gracias.
No parecía muy convencido, pero procedió a llevarme a su coche de todos modos. Me sentía segura con Justin. Mi mano enganchada en uno de sus brazos, él no dejaría que nadie me haga daño. La puerta del pasajero se mantenía abierta, la presencia persistente de Justin mientras esperaba a que yo subiera. No me había dado cuenta de lo que estaba mirando fijamente hasta que me habló.
- ¿Qué? - sonrió.
Una mano grande sostenía aún el marco de la puerta del vehículo, sus músculos tensos bajo la camisa de cuadros negros que llevaba. La prenda estaba desabrochada, revelando una camiseta blanca, el dobladillo cubriendo ligeramente el cinturón negro de sus jeans. Mientras asimilaba la imagen en frente de mí, los labios de Justin se extendieron en una sonrisa. Me encantaba su pelo suave, los mechones dándole una apariencia más joven hasta que te encantabas con la vista de su físico musculoso. Los hoyuelos de sus mejillas deberían haber mayormente un contraste, pero de algún modo Justin lograba lucir su apariencia, adorablemente guapo, mezclado con innegablemente sexy.
- Estás muy guapo. - sonreí.
Me resultaba difícil comprender cómo se las arreglaba para verse tan atractivo sin esfuerzo.
- ¿Guapo? - se rió Justin.
- Creo que es tu gorro y tus hoyuelos... eres adorable.
Mis dedos juguetearon con un pequeño mechón que se había escapado de su gorro.
- ____, no se supone que se adorable, soy un chico.
Vi a Justin cómo juguetonamente flexionó sus músculos.
- Bueno, yo creo que sí.
Su toque se deslizó por la puerta, cerrándola de golpe. La acción repentina me hizo saltar. Mi visión flotó de nuevo a Justin, su sonrisa haciendo acto de presencia una vez más. La mirada en sus ojos me recordaba a un depredador acechando a su presa, poco a poco avanzando para matar. Dejé escapar un chillido bastante femenino cuando mi cabeza fue empujada a un lado por la de Justin, y algunas palabras prometedoras fueron susurradas en mi oído.
- Te voy a demostrar lo que es ser adorable. - murmuró entre dientes.
No había pasado ni un segundo y Justin ya me había levantado del suelo, elevándome hasta que mis piernas se envolvieron alrededor de su cintura. Mi sorpresa le hizo reír profundamente. Sus grandes sosteniéndome y apretando por donde la espalda cambia de nombre. La acción me distrajo mientras Justin aprovechó la oportunidad para atacar mi cuello, sus labios calientes suavemente dejando chupetones. Suspiré, agarrando su nuca y enterrando mis uñas en su piel bronceada provocando un ronco gemido de la boca de Justin. Me tenía apretada contra un lado de su coche, dominándome mientras yo susurraba su nombre en vulnerabilidad.
Fue en ese momento cuando sentí un poco de lluvia salpicar sobre mi mejilla, la segunda gota aterrizando en mi nariz. Me eché a reír suavemente mientras Justin continuaba tratando de demostrar un punto, nuestra ropa siendo salpicada por la humedad.
- Justin. - hablé sin aliento.
Mi espalda se arqueó contra su fuerte torso, sus labios gruesos rastreando mi mandíbula.
- Deja de reír. Estás arruinando mi momento masculino. - Justin murmuró.
- Está lloviendo. - le informé, más bien divertido.
Mi cuerpo rozando el suyo mientras Justin me tenía tan cerca como sea posible, permitiéndome deslizarme de su agarre.
- Continuará. - su voz ronca sonaba casi amenazante.
La puerta del pasajero se abrió una vez más, esta vez con un poco de más prisa, las gotas de agua cayendo a un ritmo más rápido de las nubes oscuras.