No fue hasta que una voz familiar llamó a través del piso, que me di cuenta del tiempo que Justin se había ido. En su ausencia, me había duchado, cambiado, apliqué el maquillaje y peinado mi cabello.
- Jus, ¿todavía vas?
Me levanté de la posición en el sofá, mi atención lejos de la televisión y apagándolo. Chaz se puso de pie en el pasillo, de espaldas a mí mientras gritaba el nombre de Justin por segunda vez. Llevaba una camisa de cuadros azules, vaqueros oscuros y un par de converse desaliñadas.
- ¿Ir adónde?
- Maldita sea. - saltó. - No te vi, ____.
Me disculpé mientras él recuperaba el aliento antes de pedir mi pregunta de nuevo.
- Um, ¿está Justin aquí?
- No.
Saqué mi trenza por encima de mi hombro, mirando a Chaz por una respuesta que parecía reacio a dar. Su mandíbula se tensó, con el ceño fruncido en una forma que expresaba confusión y molestia.
- Me dijo que me esperaría. - se quejó en voz baja.
- ¿Adónde van?
- No es divertido, ____, pero no creo que Justin quisiera que estuvieses allí.
Esta declaración sólo alimentó mi curiosidad, tanto a la naturaleza evasiva de Chaz.
- ¿Por qué?
Me sentí como una niña pequeña, cuestionando todo lo que se les decía.
¿Dónde diablos estaba Justin? Eso de que iba a por leche había sido obviamente una excusa, un viaje a la tienda no hubiera tomado tanto tiempo.
- Llévame contigo, por favor.
- ¿Qué?
- Dondequiera que vayas, quiero ir. - le informé a Chaz, que me miraba desconcertado, mientras empujaba mis pies en mis vans azules.
Caminé junto a él y directamente a la puerta, abriéndola y agitando la cabeza con indicación para que la siguiera.
- Justin me va a matar. - murmuró mientras me pasaba a través de la salida.
***
- Ahí está. - Chaz señaló a Justin, quien estaba detrás de una furgoneta blanca aparcada en la acera.
Sólo nos tomó unos quince minutos en coche para llegar a un conjunto habitacional deteriorado. Me quedé cerca de Chaz durante la caminata a lo largo del camino, los dos recibíamos miradas de algunos de los lugareños, mientras él me llevaba donde él me aseguró que Justin estaría. Y lo estaba. Aún vestido de negro, además del rayado de converse blancas que llevaba.