Justin cerró la puerta de mi habitación mientras yo me encaminaba rápidamente al otro lado de la zona oscura. Mis dedos se deslizaron en el interruptor de mis luces de hadas. Una vez que encendí la habitación, esta fue sumergida en un rosa suave. Me giré para encarar a Justin que había sacado sus llaves, su móvil y su cartera del bolsillo trasero de sus vaqueros. Las profundidades de sus maravillosos ojos me contemplaban mientras yo jugaba con mis manos, arrastrando mis pies.
Sabía que mi nerviosismo era evidente, recibiendo una pequeña sonrisa de Justin.
- Ven aquí.
Sus largos dedos se extendieron hacía mí, mis pies se movieron hacia él para aceptar el gesto. Me tragué mi inquietud, mordiendo mi labio inferior. El brazo izquierdo de Justin se deslizó alrededor de mi espalda, acercándome a él dulcemente.
- Estás segura. Yo te mantendré a salvo.
Y le creí. Sabía que Justin no se detendría ante nada para protegerme. Era difícil describirle a alguien como había empezado nuestra relación. Pero más cómo se había desarrollado. Podía confiarle a Justin cualquier cosa. ¿Así es cómo se sentía estar enamorada? Estar tan pegada a alguien, querer entregarle todo.
Justin ya me había entregado su corazón.
Un beso inocente fue intercambiado entre nosotros. Nos separamos, pero nuestros labios seguían acariciándose. Nuestras frentes se juntaron mientras yo bajaba con cuidado a su estómago. Mis manos temblaban cuando desabrochaba el botón superior. La camiseta fue retirada del largo torso de Justin, frunciendo el ceño ligeramente cuando las lesiones que había recibido en la pelea saltaban a la vista. Pero a pesar de las imperfecciones, él todavía lucía impresionantemente hermoso. Su piel bronceada era lisa mientras yo trazaba las definidas líneas de su estómago.
- Debes de ser un ángel. - susurré, echando un vistazo a la cara de Justin.
Sus impresionantes facciones se iluminaban en el brillo de mis luces de hadas. Mechones claros, hoyuelos, sonrisa bonita, asombrosos ojos miel y labios cerrados. Lucía como ningún chico que había visto.
- No soy un ángel, nena. - sus palabras sostenían una pizca de dolor, sus orbes miraron abajo donde yo apretaba su mano.
Sabía que él había tomado parte en algunas actividades cuestionables y aún no estaba segura si se había liberado de la oscuridad que poseía. Pero no quería que cambiase por mí.
- Bueno, yo creo que lo eres.
Elevé su mano hacia mi boca, dejando besos delicados en los nudillos.
- ¿Por qué? - preguntó confuso.
- ¿Cómo puede alguien verse tan impresionante como tú y no ser un ángel? - hablé tranquilamente - Esa es la única explicación que encuentro. - sonreí.
Él rió tranquilamente por el comentario antes de besarme en el final de mi nariz. Mis dedos se arrastraron sobre sus fuertes hombros y bajaron hasta sus brazos tonificados, apretando ligeramente el músculo. Aún no podía creer que había ganado la pelea. Todavía asombrada por la habilidad que había mostrado en el ring de boxeo. Pero mi humor se disipó rápidamente, mi mente se clavó al motivo de que su violencia volviera.
- ¿Qué dijo? - mi mente se suavizó mientras miraba arriba a Justin.
No necesité decir el nombre. Justin lo sabía. Su postura se endureció, sus ojos clavándose en mí. Mis dedos encontraron los suyos, intentando acomodarle. Su cuerpo pareció relajarse suavemente con mi toque.