Su atención se lanzó de nuevo a mí, dejando su teléfono hacia abajo al lado del edredón. Le había obligado a soportar unos cuantos cambios de vestuario, estableciéndose en las elecciones recientes
- Ese es bonito. - Justin asintió con la cabeza en el material verde.
- Has dicho eso mismo a los cuatro anteriores. - resoplé yo.
- Es porque te ves preciosa en todos ellos.
Su respuesta me hizo cuestionarme si su madre o su hermana le habían entrenado para situaciones de peligro como esta, en unas simples palabras podía significar una cuestión de vida o muerte para un hombre, o tal vez sólo dormir en el sofá. Mi expresión poco convencida forzó a Justin a sentarse delante, evaluando las opciones de nuevo.
- El de color púrpura.
Señaló el vestido colgando en el exterior del armario. Los chicos eran ajenos. Quería que eligiera uno, pero no ese. A juzgar por la mirada desconcertada de su cara pude ver que iba a necesitar algo de ayuda. Levanté una percha un poco más arriba dándole una pequeña sonrisa mientras lo movía ligeramente, el material se agitó con el movimiento, una confusa seña de las cejas de Justin.
- Um, el azul marino.
Gracias a Dios.
- ¡Sí! Este es el que a mí también me gusta.
Él me sonrió, orgulloso de su decisión guiada.
- Buena elección Bieber.
Justin se había ido al baño mientras terminaba de maquillarme, suspirando pesadamente y peinándome una última vez. El cepillo fue colocado en su lugar mientras la voz familiar de mi madre me llamó.
- ¡___!
Mis pies descalzos cruzaron la alfombra a la puerta de mi dormitorio, tirando al abrirla para descubrir preocupación en sus ojos desesperados.
- Mamá, ¿qué pasa?
- ¿Dónde está Justin? - ella miró alrededor.
- Está en el baño. ¿Qué está pasando? - dije - Mamá. - hablé agarrándole la mano.
- Pensé que estaba fuera.
Su declaración me dejó confundida.
- No, está oscuro fuera y nos hemos estado preparando para irnos a una exposición de arte.
- Eso es lo que pensé. - ella confirmó en voz baja para si misma. - ____, creo que hay alguien fuera, yo estaba en la cocina... hay un hombre en el jardín de atrás.
Los pensamientos de Scott se infiltraron en mi mente inestable, lo furioso que parecía, la tarea que todavía no había terminado. ¿Y si él había descubierto dónde vivía? Papá habría sabido qué hacer, él siempre se encargaba de cosas como esta. Mi madre y yo eramos inútiles. Ella ignoraba las situaciones peligrosas por la que había pasado su única hija. No quería que se preocupara, pero si Scott estaba aquí afectaría a las dos.
Pensamientos del bate de béisbol que yacía en el fondo de mi armario me distrajeron de la presencia de Justin, quien salía del baño. Estaba demasiado envuelta en la situación actual.
- ¿Está todo bien?
Su voz nos sorprendió a las dos, arrastrando mi atención hacia él.
- Hay alguien fuera en el jardín. - dije deprisa.
El mensaje interno que estaba comunicando se escuchó fuerte y claro, y yo sabía que su primer pensamiento era el mismo que el mío, Scott. Sus ojos mieles se oscurecieron, moviéndose entre las dos mujeres que estaban paradas frente a él.
- Voy a echar un vistazo.í
No tuve tiempo de reaccionar mientras el roce de Justin me pasaba, lo que hizo que bajara rápido por las escaleras y hacerme correr para poder llegar donde estaba él. Extendi la mano, agarrando su chaqueta.
- Justin. - supliqué.
Se volteó, nuestras alturas similares por una vez, cuando me detuve en el último escalón. Él sabía que yo no quería dejarlo salir por la puerta trasera para ser consumido por el negro paisaje del jardín iluminado.
- Quédate con tu madre.
Mi ansiedad era clara, desesperada por que él no se fuera. Pero la determinación de su rostro se suavizó mientras levantaba su mano, espantando mechones de pelo oscureciendo mi visión y metiéndolas detrás de mi oreja. Absorbí su suspiro de luz, mientras él rompía la barrera invisible persistente entre nosotros.
- Te ves muy guapa con ese vestido.
Su voz era tranquila y relajante, un intento de distraerme.
- Quiero que te quedes dentro con tu madre.
Me tragué mi aprensión mientras la figura de mi madre se podía ver en la parte superior de las escaleras. La pequeña sonrisa tranqulizadora de Justin había llegado a mi madre cuando miró más allá de mí.
- Ten cuidado. - mi voz se quebró.
- Lo haré.
Nos sentamos y esperamos con impaciencia en la parte inferior de las escaleras, se sentía como un vacío que había sido dejado entre las miradas preocupadas hacia fuera de la ventana de la cocina en el pasillo. El haz de luz emitida desde la linterna que llevaba Justin escudriñó el jardín en busca del intruso. La sensación pegajosa de la mano de mi madre envuelta alrededor de la mía mientras regresaba mi gesto reconfortante de antes. Cuando un golpe se escuchó ambas nos disparamos desde nuestra posición aliviadas al ver a Justin cerrando la puerta de atrás una vez más.