capitulo 151

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Me aclaré la garganta, no estaba realmente preparado para responder sus preguntas en mi intento de preguntas de sondeo. Este era mi interrogatorio, ella no podía darle la vuelta a la situación. Pero a medida que la intoxicación infligida avanzaba, había poco que pudiera hacer para mantener la boca cerrada.

 

- Trabajo para la policía. – espeté.

 

- ¿La policía?

 

¿Por qué esa respuesta siempre llevaba ese tipo de reacción? No iba a llevármela con las manos esposadas.

 

- No te pongas tan nerviosa. No soy un oficial, trabajo con todos los datos, más como un tipo irritable.

 

- Oh, así que, ¿te gustan los ordenadores? No soy muy buena con ellos.

 

_____ sonrió, metiendo sus piernas debajo de ella, los miembros medio bronceados parecían algo así como una galleta salada. Yo tenía un poco de hambre.

 

- Esto les beneficia muy bien a todos mis amigos.

 

No podría haber culpado a su siguiente pregunta, yo lo hubiese preguntado también. Era casi instintiva.

 

- ¿Y eso por qué?

 

Mi cabeza se sacudió con la instrucción gritando a encogerme de hombros, jugando bien. Pero al parecer, mi boca no estaba de humor para tener secretos guardados.

 

- Puedes jugar con este tipo de cosas. Borrar datos, añadirlos, buscar personas.

 

Oh mier*da.

 

Mi mano dramáticamente rodó hasta quedar sobre mi boca. _____ rio divertida por el gesto intencional para evitar que se me escapara otra cosa. Era un idio*ta.

 

- No tendría que haberte dicho eso. – le informé desesperado.

 

La botella se deslizó entre mis dedos, haciéndola sonar contra el suelo y rodando bajo el asiento en el que mi trasero estaba aparcado.

 

- No se lo diré a nadie. – ella frunció el ceño.

 

- Podría perder mi trabajo.

 

En mi nervioso pánico no me había dado cuenta de nuestro cambio de posición, ya no separados por una mesita entre nosotros. _____ estaba sentada a mi derecha, mi mano estrechada contra las suyas.

 

- Está bien Za. No se lo diré a nadie.

 

Su voz era suave, y el brillo en las profundidades azules de sus ojos me recordó a una promesa entre dos niños pequeños. La clase de promesa en la que haces un pacto de meñiques. No iba a contárselo a nadie. Tal vez era por eso que a Justin le gustaba. Confiaba en ella. Y con todo lo jodi*do de las cosas que había experimentado, todas las mentiras y los secretos que él había mantenido cerca de su pecho, Justin necesitaba alguien en quien confiar. Y ese alguien era _____.

 

- Estás en lo correcto _____. – bromeé en apreciación.

 

- Bueno, vaya gracias. – se burló ella, soltándome la mano.

 

Me acomodé más atrás en el cojín, aliviado de que la confesión de un crimen no se desviaría más lejos que nuestra silla para dos. Luché contra la persistente necesidad de llenar con palabras los vacíos de la conversación. Una pelea que estaba perdiendo drásticamente. Tal vez un par de confesiones no podrían lastimar.

 

_____’s POV:

 

Cogí un hilo suelto del cojín que estaba debajo de mí, con cuidado de no tirarlo más. El brusco giro de cabeza de Za causó la mía para facilitar su línea de visión borrosa.

 

- He borrado datos del sistema para tu chico.

 

- ¿Justin? ¿Qué tipo de datos?

 

Hubiera sabido por algún tiempo que las acciones de Justin estaban lejos de su apariencia angelical. A pesar de su sonrisa con hoyuelos y suaves besos, no había mucho más que el boxeador con guantes.

 

- Ahora, eso sería estar diciéndolo. – bromeó Za – Una vez se involucró con un coche. Aunque no queda mucho por investigar una vez que Justin terminó. Fue en ese parque de la flor.

 

Sus características emitían unas pruebas de vibración de humor, curiosidad  por saber cómo iba a reaccionar. No había habido mucha delincuencia relacionada con vehículos recientemente, unos cuantos coches robados, pero nada importante.

 

- ¿Qué pasó?

 

- Justin guardaba rencor. – respondió. – Y un mechero.

 

¿Fuego?

 

- Espera, fue ese… ¿fue ese coche en Rose Park? Dijeron que alguien lo golpeó con un bate de béisbol y luego le prendió fuego. – recordaba un poco desconcertada. - ¿Fue Justin?

 

- Shhh. – Za sonrió, sosteniendo su dedo índice en los labios, como un niño.

 

Había visto ese coche. Mis amigos y yo habíamos estado yendo a la escuela por el parque cuando un policía alto nos había dado paso a un camino desviado. Él no nos había dicho por qué la ruta fue restringida o lo que estaba causando las molestias, pero la curiosidad es madura en niños de esa edad. Habíamos estado ocultos en nuestros movimientos, esperando pacientemente hasta que el oficial había pasado a hacer una carrera a través de los árboles que estaban junto a la carretera. Descubrimos un coche quemado, sin ventanas, el capó y el techo derrumbados espectacularmente. Fue un desastre. En el periódico un par de días después, la policía había admitido a regañadientes que no tenían pistas sobre los sospechosos del crimen, nada para rastrear al culpable.

 

El vandalismo se podría agregar a la lista de los delitos de Justin.

 

Imágenes de un Justin más joven lucharon por mi atención, la cara manchada con marcas negras, el pelo jadeante mientras sus ojos bailaban con las llamas latentes ardientes del coche. En mi mente, el peso de su cuerpo descansando en el bate que había ayudado a hundir el techo y el capó. Tal ángel con problemas de un niño.

 

No tenía tiempo para cuestionar a Za en el asunto porque mi nombre estaba siendo gritado en un tono angustiado.

A dark boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora