Desde fuera, el edificio parecía abandonado. Justin había mantenido una relación dominante sobre mí cuando entramos, su brazo protector colgaba alrededor de mi hombro. Me sorprendió la cantidad de personas que estaban presentes, algunos se acercaban a Justin para desearle buena suerte, mostrando su apoyo.
No me gustó el interior circundante. Hacía frío. Las paredes blancas estaban sucias. Había permanecido tranquila en el camino hacia el edificio, ninguna de mis palabras servía de ayuda a Justin. Pensé que lo mejor era no decir nada más que seguir expresando mi preocupación, sabía que estaba empezando a enfadar al chico de pelo claro. Me quité la ropa de trabajo en la parte de atrás de su coche, las ventanas tintadas proporcionaban algo de escudo. En cualquier otro momento, Justin habría tenido una mirada descarada, pero había desviado la mirada a su teléfono mientras esperaba.
Me senté en la mesa de la esquina, con las piernas colgando por el borde mientras observaba la habitación. Algunos de los amigos de Justin se dispersaron tomando asiento en el sofá apoyado en la pared. Justin me había estado mirando mientras hablaba con un hombre mayor antes de excusarse. Lo estudié mientras se acercaba. Me miró con curiosidad antes de llamar a Chaz. Él se acercó rápidamente, mirándonos a mi y a Justin.
- Vigílala. - habló con cautela.
Fruncí el ceño. No necesitaba un niñero. La posesión de Justin era sofocante. Tenía dieciocho años, por amor de Dios. Salté cuando alguien dijo que la pelea iba a comenzar en quince minutos. Justin desapareció, así que me quedé con Chaz.
- Va a estar bien, __.
Me volví hacia él.
- ¿C-cómo lo sabes? No puedo creer que le dejes hacer esto.
Chaz no tuvo tiempo de responder cuando un par de tipos entraron en la sala. Sus bromas juguetonas llenaron el espacio. Me arrastré fuera de la mesa, caminando hacia el otro lado. La atención de Chaz se desvió de sus amigos a mí.
- ¿A dónde vas? - preguntó.
- A por un poco de agua.
Asintió con la cabeza, después me di la vuelta hacia la máquina de agua. Cogí un vaso de plástico, colocándolo bajo la boquilla y tirando hacia abajo. El frío líquido llenó el recipiente y me volví hacia Chaz. Sus ojos me miraban con curiosidad, le di una débil sonrisa, bebiendo un poco de agua. Parecía satisfecho antes de volverse hacia los chicos. Me quedé durante unos segundos, asegurándome de que estaba distraído.
Dejé el vaso, teniendo la oportunidad de deslizarme por la puerta derecha. Me encaminé por el pasillo. No tenía ni idea de a dónde iba, el diseñó del eficio era completamente nuevo para mí. Mi mente decidió con rapidez y giré a la izquierda.
No tuve que caminar mucho antes de entrar en una puerta abierta, voces resonaban por toda la habitación.
- Señorita, usted no puede estar aquí.
No hice caso de la voz irritada, me centré en el hombre frente a mí. Se sentó, tomando un trago de agua mientras me miraba. Su pelo oscuro estaba estrechamente afeitado, tatuajes decoraban la piel de su brazo.
Pero mi exploración cesó abruptamente cuando se dirigió a mí.