Se detuvo delante de mí. Su altura elevándose por encima de mí.
- ¿Cómo me encontraste?
- Me di cuenta de que tu coche estaba fuera. Iba a casa. - contesté.
Un rubor se deslizó sobre mis mejillas mientras él me miraba. Sólo tenía que mirarme con esos brillantes ojos mieles y las mariposas estallaban en mi estómago. Rápidamente decidí cambiar de tema, no muy segura de cuánto tiempo más iba a aguantar su intensa mirada.
- Eres entrenador personal.
- No. - sacudió su pelo húmedo, sonriendo.
- ¿No? - contesté.
- Soy entrenador de boxeo.
Mis ojos se abrieron ligeramente.
- Oh. - murmuré con incredulidad.
Él se rió entre dientes, agarrando el borde de su camiseta y llevando el material hasta su frente. Yo no podía dejar de ver su estómago en cuanto me daba una linda vista de sus músculos tonificados. Tenía la sensación de que la acción se llevó a cabo más por mi bien que por el suyo. Mis sospechas se confirmaron, una sonrisa pícara se extendió por sus labios carnosos en cuanto bajo la ropa de vuelta. Su frente libre de cualquier gota brillante. Sonreí tímidamente cuando me guiñó un ojo. Justin giró la botella de agua, su lengua deslizándose sobre sus labios cuando sustituyó a la tapa.
- ¿Cómo es que eres entrenador de boxeo?
Sus ojos clavándose en los míos, su sonrisa desvaneciéndose ligeramente. Justin se movió alrededor para sentarse a mi lado en la mesa. Cuando él no respondió, le di juguetonamente un empujón en el hombro. Él se rió entre dientes ligeramente antes de volcarse hacia mí.
- El trabajo ayuda a manejar mis problemas de ira. - habló en voz baja. - Bueno, se supone que debería.
Nos sentamos a hablar un poco más de tiempo mientras Justin descansaba un poco. Me di cuenta de algunas personas repetidamente mirándonos. Sus expresiones un poco confundidas me hicieron cuestionarme si habían visto alguna vez a Justin actuar así alrededor de una mujer antes. Yo sabía por rumores y habladurías que su reputación con las mujeres no era el mejor. La voz ronca de Justin me sacó de mis pensamientos.
- ¿Quieres intentarlo? - sonrió.
- Oh... yo...
- Vamos. - se rió.
Justin se puso de pie, colocando la botella a mi lado. Sus dedos fueron a la cremallera de mi sudadera, tirando de ella hacia abajo y liberándome de la ropa. Justin se inclinó hacia abajo, quitándome los zapatos. Me reí, moviendo mis dedos mientras sacaba mis calcetines. Las manos grandes me sujetaron las caderas mientras él me levantó de la mesa, con los pies descalzos tocando el suelo frío. Mis dedos estaban entrelazados con los suyos mientras él me llevaba al ring. Vi como Justin se subió al borde ofreciéndome una mano de ayuda, tirando de mí hacia arriba después de él. Las cuerdas que rodeaban el ring manteniéndose abiertas para que yo pasara.
Caminé alrededor de la superficie, preguntándome cuántos combates de boxeo se habían hecho aquí. Mi visión rápidamente volvió a Justin que estaba sonriendo mientras me observaba con atención. Su cuerpo apoyado en las cuerdas.
- ¿Peleas? - pregunté.
Justin negó con la cabeza.
- Me dijeron que era demasiado peligroso para mí que peleara. Es por eso que en vez de eso, entreno.
Incliné mi cabeza hacia un lado, no comprendiendo del todo su explicación. Se dio cuenta.
- Al parecer, sería peligroso para mis oponentes.
Mi boca haciendo forma de "o", no siendo capaz de responderle verbalmente. Yo había asumido que Justin estaba solo enojado cuando él agredía a otros hombres. Así era como él utilizaba su fuerza para golpear a alguien que era de mayor tamaño que el. Pero no me había dado cuenta que era algo que el poseía con normalidad, sin necesidad de ser provocado o enojado. Mi mente se movió de nuevo hacia esa noche cuando lleve a Justin a mi casa. La noche en que había recibido una considerable paliza de Jake. Harry estaba borracho y en inferioridad numérica. No fue capaz de defenderse porque no estaba lo suficientemente coherente.
Me agarré de las cuerdas que rodeaban el ring mientras poco a poco caminé alrededor del borde, de vuelta a Justin. Me sentí atraída a sus brazos, la curiosidad tomando el control. Mi mano derecha vacilante se acercó a él. Mis dedos tratando de envolver su brazo tonificado. Casi podía sentir la fuerza que Justin emitía. El poder detrás de cada golpe que había dado. No podía dejar de sentirme intimidada por él. La estatura de Justin siendo mucho más grande que la mía, su altura se elevaba sobre mí. Si alguna vez se pusiera en contra de mí, yo no tendría ninguna posibilidad. El pensamiento espeluznante enfriando mi cuerpo. Era casi como si hubiera leído mi mente, su cabeza bajó hasta mi oído. Mi frente se apoyó en el hombro de Justin, mis yemas de los dedos presionando contra la piel caliente mientras hablaba.
- Nunca te haría daño. - susurró.
Cerré los ojos, sus palabras me daban una sensación de protección y seguridad. Fuimos interrumpidos por alguien aclarando su garganta. Mi cabeza se alzó hacia arriba para ver al hombre que me había llevado a Justin antes. Tenía una sonrisa de satisfacción pegada en su rostro antes de que Justin le dijo no tan amablemente que desapareciera. Se echó a reír antes de irse en dirección a la puerta.