Dan había insistido en esperar conmigo hasta que Justin llegase. Charlamos fuera de la tienda durante unos 10 minutos antes de que el vehículo negro familiarizado se detuviera en el aparcamiento, llegando a ser estacionado en un lugar donde los espacios permanecían.
- Ya está aquí Justin. - le informé a Dan.
- Oh, vale. Bueno, nos vemos pronto ____. - Dan sonrió, encorvado ligeramente para envolverme en un abrazo amistoso.
Mis ojos se abrieron alarmados al oír el golpe de una puerta, mirando por encima del hombro para descubrir a Justin viniendo hacia nosotros. Una determinación estruendosa que lo acercó más.
- Que tengas un buen fin de semana. - le respondí, apurando nuestro adiós.
Afortunadamente, Dan había pasado la esquina antes de que el hombre enojado se diera a conocer en él. Mi novio había caminado pasando derecho, sus dedos apenas sosteniendo el material que cubría su brazo derecho.
- ¿Por qué hizo eso? - Justin advirtió mientras que finalmente se dirigía hacia mí. - Él sabía que yo estaba aquí, ¿por qué hizo eso?
Sus preguntas retóricas se quedaron sin respuesta con mi súplica desesperada por detenerlo. Empujé sus hombros en un intento de conseguir que se moviera, deshaciendo el camino por el cual acababa de llegar. A veces la fuerza de Justin era un dolor en el cu*lo, mi fuerza no era rival para él.
- Justin, por favor, métete en el coche.
Se podía observar la repugnancia de Justin, su terquedad se sentía mientras yo prácticamente arrastraba su peso resistente a la seguridad del vehículo. Se retiró de mi agarre, entrando en el coche de mal humor.
- ¿Ahora sois amigos de nuevo?
Me subí al coche, descansando en mi asiento y dirigiéndome a él. El signo revelador de agravación se mostraba en el ceño de sus cejas, el pliegue entre el medio cada vez más prominente. Todo lo que quería era colocar besos en él y hacerlo desaparecer.
- Sí. Hemos hablado hoy.
- No intentó nada, ¿verdad? - Justin se estremeció.
- No. - negué con la cabeza. - Y puedo ser amiga de quien quiera. - contesté cortante, harta de esta discusión.
Los ojos de Justin se apretaron cerrados en señal de frustración, con las manos agarrando fuertemente el volante, y sus nudillos blancos.
- No estoy diciendo que no puedas, obviamente no voy a prohibirte que no hagas nada, eso es una locura. - respondió. - Pero vamos, ____. Es un maldito idio*ta.
Su agresividad no estaba dirigida hacia mí, sino a Dan. Justin no me asustaba. Sabía cómo manejar sus rabietas.
- ¡Justin!
- ¡Lo es!
Nuestro grito atrajo a la gente que salía de las tiendas cercanas y se dirigían a sus coches. No necesitaban enterarse de nuestro asunto.
- O te calmas ahora o no voy a ningún lado contigo. - le regañé.
Una oleada de dolor e ira consumía las características de Justin, gruñendo con fastidio y volándose. La puerta del conductor se abrió de golpe, con los pies tocando el asfalto. El coche se estremeció con el golpe brusco y me quedé en silencio. Observé cuidadosamente la parte de atrás de él a través de la ventana. Su espalda apoyada en la puerta mientras se inclinaba un poco, con las manos sobre sus rodillas. El torso de Justin inhaló profundamente el aire a su alrededor, la lucha por el equilibrio apretó desesperadamente.
Estaba lista para saltar fuera del vehículo, cuando Justin de repente se apartó del coche, asustada de que pudiera seguir a Dan. Pero yo no necesitaba preocuparme mientras él desviaba la vista en la dirección opuesta, dio grandes zancadas hacia la pared. Los pensamientos de duda fueron empujados a la parte trasera de mi mente, bajé del coche y seguí a Justin. Cuando lo alcancé su peso fue apoyado en la pared, en la parte baja, las palmas de sus manos en la parte superior del ladrillo. Su cuerpo una vez más se inclinó ligeramente con la cabeza agachada.
Mi esfuerzo fue rápidamente recompensado, lo que permitió que me sentara al lado de Justin pegada a la pared. Lo dejé por unos minutos, permitiendo que su respiración se estabilizara antes de levantar mi mano y peinar con mis dedos su cabello.
- ¿Estás bien? - le pregunté con cautela.
-Estoy bien. - se quejó.
Visiblemente parecía más relajado, ligeramente inclinado hacia mi toque. Me sorprendió cómo un simple gesto pudiera proporcionar tal comodidad, un estado de tranquilidad dándole a conocer y liberando la tensión acumulada en sus músculos.
- Eso es bueno.
Se puso de pie, mi mano cayó contra su pecho. Un ceño cubrió su cara pero esta vez no fue acompañado con los labios fruncidos. En su lugar eran suaves y haciendo pucheros, intentando encontrar las palabras adecuadas.
- No era mi intención...
- Me alegro de que te hayas calmado. - interrumpí su sentencia vacilante.
La culpa era todo lo que tenía que ofrecer, remordimiento por alzar la voz por alterarse. Pero me gustó más que se fuera lejos en vez de quedarse y dejar que la ira hirviera. A veces todo lo que necesitas es alejarte de una situación y al parecer estaba aprendiendo a hacer eso precisamente.
- Está bien.
Presioné un beso en su mejilla, un gesto para mostrar que todo estaba bien.
- Tenemos que ir a una fiesta, ¿no?
Se rió suavemente, los hoyuelos que amaba hacía una aparición de bienvenida. Justin hizo gala de su habilidad de boxeo, esquivando a medida que fallaba en hurgar en sus características adorables. No es que yo fuera algún tipo de reto en su entrenamiento, él siempre sería demasiado rápido para mí.
- Deberíamos irnos. - sonrió dando un giro drástico en su estado de ánimo.