El coche se detuvo al otro lado de la calle de mi casa. Las luces estaban apagadas, mi madre no estaba en casa todavía. Me giré hacia Justin que estaba mirándome con curiosidad. Me desabroché el cinturón, notando que el suyo ya estaba desabrochado. La música de la radio seguía sonando tranquilamente. Pero no le di mucha atención en cuanto Justin tomó su labio inferior entre sus dientes. Cuando lo soltó su lengua se deslizó hacia fuera. Un hábito que me parecía simpático.
Me moví lentamente hacia delante, colocando mi mano sobre su muslo en apoyo e inclinándome hacia él. El calor que irradiaba parecía mandar un hormigueo por todo mi cuerpo. Bocanadas de aire caliente quedándose entre nosotros. Pero apenas mis labios se rozaron con los suyos, lo oí lanzar un gemido gutural. Las vibraciones corriendo a través de su pecho. Mis ojos se abrieron ligeramente al darme cuenta de que mi mano se había deslizado accidentalmente a su entrepierna. La presión de mi contacto, enviando oleadas de placer a través del cuerpo tenso de Justin.
- Oh Dios mío, lo siento. - dije preocupada.
Los ojos de Justin se mantuvieron cerrados durante unos segundos, con los labios entreabiertos. La sensación de mi gesto torpe persistiendo, a pesar de mis acciones rápidas para quitar mi mano. Quede un poco confundida cuando él se echó a reír.
- ¿Q-qué? - cuestioné.
- La mayoría de las chicas no se disculpan. - bromeó.
El calor sonrojó mis mejillas cuando me di cuenta de lo que quería decir. Sería un hecho poco habitual para un hombre que se disgustara ante la idea de una chica poniendo las manos en su entrepierna. Bajé la cabeza con vergüenza, al no ser capaz de mirarlo a los ojos. Una familiar risa profunda sonó antes de que unos dedos agarraran mi barbilla, inclinando mi rostro hacia arriba. Me encontré con su sonrisa con hoyuelos.
- Me encanta hacerte sonrojar. - habló, sus dedos rozaron mis mejillas calientes.
Un suspiro escapó de mis labios mientras él acariciaba el hueco de mi cuello.
- Pero no hay necesidad de ser tímida. - susurró.
No podía dejar los recuerdos de todos los momentos de intimidad que habíamos compartido que estaban inundando mi mente en ese momento, el pensamiento del contacto de Justin, que podía variar de suave y lento a uno con urgencia y desesperado, mientras nos perdíamos en nuestro propio mundo. Todo era nuevo para mí y yo sospechaba que Justin estaba disfrutando ser con él con el que compartía mis descubrimientos. Yo estaba cada vez más consciente de mis sentimientos dependientes hacia Justin, mientras más tiempo pasábamos juntos.
Fui traída de nuevo al presente en cuanto unos labios succionron la cálida piel de mi cuello. Una sonrisa agraciando su rostro mientras se alejaba. Parecieron sólo segundos y él ya estaba abriéndome la puerta, ayudándome a bajar. Cogió mi bolso de la maletera, tomando mi mano y cruzando la calle. Caminamos juntos hasta mi casa, Justin inclinándose un poco para besar mi frente. Parecía un poco apresurado en cuanto me dijo adiós, caminando en línea recta hacia su coche. Me hizo dar aún más curiosidad por saber con quién había estado hablando por teléfono y a lo que tenía tantas ganas de asistir. Con mis llaves colgando en la cerradura, me giré para mirarlo a punto de abrir la puerta del coche.
- ¡Justin! - grité.
Él se giró rápidamente, sus impresionantes ojos mieles instantáneamente clavados en los míos. Esperó a que yo continuara.
- Creo que es increíblemente sexy que seas entrenador de boxeo. - sonreí, mordiéndome el labio.
Él se rió profundamente antes de proceder a flexionar sus músculos tonificados para mí. Yo en broma me abaniqué la cara, fingiendo desmayarme. Pero me quedé mirándolo mientras se acercaba más, su caminata determinada llevándolo de vuelta a mí . En segundos, Justin estaba parado justo delante de mí. Nuestra proximidad casi inexistente. Mi boca se abrió mientras soltaba un suspiro. Sus fuertes antebrazos fueron puestos bajo mis muslos mientras él me levantaba sin esfuerzo, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura. La mirada presumida que tenía combinaba con su sonrisa satisfecha. Yo estaba cada vez más acostumbrado a los gestos bruscos que tenia Justin de levantarme de mis pies. Sus acciones dominantes no siempre demostraban ser una cosa mala. Sus ojos mieles brillaron en cuanto me sonrió. Mi espalda apoyada contra la pared a la izquierda de la puerta principal. Justin fácilmente me mantuvo en el lugar, sus labios conectándose con los míos con fuerza. El beso apasionado, en un intento desesperado por sentirnos el uno al otro. Su lengua yendo hacia mis labios en cuanto él invadió mi boca. Un profundo gemido vibró entre nosotros, mis dedos tirando del pelo de Justin. Mis manos posicionándose finalmente en la parte posterior de su cuello en cuanto él se alejo un poco.
- Me tengo que ir. - murmuró sin aliento.
Nuestras narices se rozaron mientras hablaba. Sonreí, presionando un pequeño beso en su mejilla. Mis dedos todavía entrelazados alrededor de su cuello mientras me bajaba, con los pies tocando el suelo. Rozando sobre sus fuertes hombros y continuando hacia abajo en sus brazos tonificados, apreté suavemente sus bíceps. Mis dedos apoderándose de sus manos.
- Ve. - susurré.
Justin se inclinó colocando un beso húmedo en mis labios un poco hinchados.
- Te veré pronto, bebé.
Mi cuerpo se sintió frío mientras sus largos dedos se deslizaron de los míos. Lo vi cruzar la calle y meterse en el lado del conductor del gran vehículo antes de que se fuera.