Stephan observó a la muchacha de cabellos frambuesa con curiosidad. Había algo en su cara que le era familiar pero no sabía exactamente el qué. Ella parecía absorta, mientras apretaba con fuerza los puños y mantenía la vista perdida en el paisaje que podía verse tras la ventanilla. El traqueteo del tren amortiguaba los sonidos de las conversaciones de los pasajeros y tímidas lágrimas rodaban por sus mejillas pecosas.
Ahora era consciente de que había conseguido escapar de algo peor que la muerte. Recordaba perfectamente la expresión lasciva de sus ojos y los recuerdos de infancia volvieron a torturarla. Ella se había portado siempre bien y no entendía por qué aquellas personas que se suponía la acogían como a una hija, la trataban de aquella forma tan horrible. Si lo pensaba bien nunca se había sentido a salvo y había desarrollado una desconfianza crónica hacia otras personas por muy amables que estas parecieran.
Aquel hombre que la había salvado parecía buena persona.
Quizá demasiado... Marnie lo observaba de reojo y estaba cada vez más a la defensiva.
Encima era endiabladamente guapo y tenía que admitir muy a su pesar, que se había sentido fascinada por él desde el mismo momento en que había aparecido en el muelle e intervenido para salvarla.
Tenía que darle lo mismo.
Los hombres que eran así de amables con muchachas desconocidas, por lo general ocultaban otras intenciones y casi nunca eran honestas.
¿Qué quería de ella? ¿Quería algo a cambio?
No podía evitar mirarlo con desconfianza; su sonrisa, el tono de su voz dulce y educado la hacían dudar pese a que necesitaba desesperadamente a alguien en quien confiar, alguien que se preocupara de ella y aquel hombre encarnaba el tipo de persona que se preocupaba por los demás. Se preguntaba si su aspecto exterior concordaba con el interior y volvió a nombrarlo su príncipe, solo para volver a sentir el estremecimiento que le provocaban aquella declaración sincera.
Se ruborizó mientras intentaba encontrar la forma de ocultar sus verdaderas emociones. No, nunca había visto en su vida un hombre tan guapo como aquel. El príncipe venido del otro lado del mar la hacía dudar ¿Podía confiar en él?
Marnie sintió que sus manos empezaban a sudar; su proximidad la ponía nerviosa. Lo cual la enervaba aún más ya que ella no estaba acostumbrada a dejar en evidencia tal debilidad. Una tímida lágrima de temor o acaso de alivio se atrevió a asomarse de nuevo a sus extraordinarios ojos.
Él conmovido, le tendió un pañuelo.
—¿Está usted bien, señorita Williamson? —Inquirió con voz suave y verdadera preocupación en sus extraños ojos azules.
Ella asintió sintiéndose de pronto muy vulnerable y pequeña.
—Sí, gracias—murmuró aceptando el pañuelo que él le ofreció.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
FanfictionLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...