Capítulo 34: Una visita en la cárcel

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El dolor engendra monstruos y Arthur Mc Bride se había adaptado sin dificultad a la rutina de la cárcel aunque mascaba con resentimiento su rencor hacia William

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El dolor engendra monstruos y Arthur Mc Bride se había adaptado sin dificultad a la rutina de la cárcel aunque mascaba con resentimiento su rencor hacia William. Hacía ejercicio en la celda que compartía con un matón de poca monta que le había confiado que cumplía condena por haber asesinado a su novia y contaba con impaciencia los días para salir de prisión.  Ayudaba en la biblioteca donde pasaba los días leyendo ensayos, comportándose modélicamente y  maquinando su venganza. 

Quería que William pagara por lo que le había hecho. 

Aquella tarde estaba esperando por la visita de alguien de su familia. Alguien que les había estado pasando información valiosa. Alguien a la que su padre  siempre había tratado con condescendencia por ser mujer pero que poco a poco se había ido haciendo valer, sobre todo tras su último trabajo.

—Hola, Cecily...—Le dijo a su hermanastra.

La joven se sentó en el lugar que le habían asignado y miró Arthur con manifiesto disgusto. Tras el asalto a la casa de su jefa ya no sentía tanta lealtad hacia su padre y su hermanastro. Ya no estaba dispuesta a seguir siendo el instrumento de la cruzada de venganza de su familia. El resultado de aquella guerra se había llevado por delante las vidas de personas que trabajaban para ellos, había destrozado la vida de Vanessa a quien había acabado por tomar cariño y respetar mucho más que a su familia. Empezaba a despreciarlos profundamente y a sentir remordimientos por las consecuencias de sus actos. Ya no podía seguir espiando a Vanessa y quería dar por terminada la relación con su familia. Sobre todo tras los últimos asesinatos. La muerte de Dalilah, la hermosa ex amante de su hermano pesaba sobre su conciencia.

—Hola, Arthur. Te veo bien.—Dijo su hermanastra forzadamente—Me has mandado llamar. Espero que sea importante.—Añadió mirando nerviosamente alrededor. 

Cecily había desarrollado afecto  hacia Vanessa y sus intensos sentimientos por William le habían creado un importante conflicto de intereses. No quería seguir siendo manipulada por una familia que no la amaba sino que la usaba para lograr sus fines sin importar el coste, ni a quienes se llevaran por delante. 

Su madre, antigua amante de Oberon Mc Bride había sido una beldad del sur, hermosa y rubia como el trigo. Ella siempre había albergado la esperanza de que dejara a su mujer y se casara con ella. Pero cuando la esposa murió Oberón continuó su vida de mujeriego sin mirar atrás, ignorando a quien suspiraba por él en la sombra. Cecily creció con la sombra de ese hombre planeando sobre la felicidad de su madre sin que ella pudiera rehacer la vida con nadie. Porque su padre, era del tipo de hombre que ni comía, ni dejaba comer. Vigilaba con celo de macho alfa a su madre, como si le perteneciera. Los pretendientes huían atemorizados cuando descubrían la larga sombra de Oberón planeando sobre ellos. Por eso Anaïs Kubrick, era infeliz. Era una madre soltera que tenia que trabajar duro para mantenerlas a las dos aunque con el tiempo, Oberón hizo gala de una inusitada generosidad al reconocer a Cecily como hija suya y pagarle a la madre una pensión que fue suficiente para que la joven pudiera pagarse los estudios en una escuela para señoritas. Allí aprendió el oficio de secretaria.  De este modo Oberón pudo aprovechar la formación de su hija y proponerle trabajar para él.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora