Capítulo 55: Una huida en la noche

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Aquella noche Gilbert Archer se decidió

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Aquella noche Gilbert Archer se decidió. Abandonaba Archer Hall...ya no tenía sentido quedarse por más tiempo. Ensilló a uno de los caballos de su abuelo. Niebla era demasiado viejo y decidió llevarse a Red. No era tan rápido como el purasangre pero sí más joven y resistente.

Sólo tenía que llevarlo hasta Annandale donde esperaba despedirse de Irina y después hasta Montrose donde lo esperaba un coche que lo llevaría directo a su destino.

Les había dejado una nota donde les explicaba los motivos de su marcha. Había tomado prestado algo de dinero de su padre, mientras dormía. El oficial de inteligencia que lo había contactado, también le había prestado algo que pensaba devolverle con su primer sueldo. Calculaba que sería suficiente para sufragarse los gastos que pudieran surgir durante el viaje.

Quería hacer algo por los Aliados, salvar a su familia y amigos, protegerlos de la guerra. Aquel hombre le había dado la solución y estaba dispuesto a formar parte del pequeño y selecto grupo de personas encargadas de descifrar lo indescifrable. Así que aceptó el trabajo que le ofrecía aquel oficial de inteligencia británico que se había fijado en su talento para descifrar criptogramas.

Pero antes de todo debía ser entrevistado por un tal Charles Higgins, uno de los responsables de la división de inteligencia del servicio de contraespionaje británico. Del que si las cosas iban bien, Gilbert iba a formar parte muy pronto.

Era peligroso, arriesgado. Pero Gilbert sentía la necesidad de hacer algo para proteger a los que amaba. Y si para ello tenía que poner su talento al servicio de otros, lo haría. Ya era un hombre y estaba harto de que lo trataran como a un niño.

Sabía que sus padres se iban a negar. Así que, después de tomar aquella decisión les dejó una nota de despedida.

Se iba a la capital británica. El gobierno le pagaba el alojamiento y la comida, así como un nada desdeñable sueldo que le iba a permitir construirse una vida independiente. No le iba a faltar de nada.

Y se sentía emocionado.

Pero, antes de nada, debía despedirse de la joven Irina Artamonovna.

—Lo comprendo...lo comprendo de verdad, Gilbert. Pero ¿Por qué tienes que ser tú?.—Gimió ella apartando la mirada. Le dolía ver su hermoso rostro, le dolía pensar que aquella noche sería la última de muchas. Porque no sabía cuándo volvería a verlo.

Gilbert posó con suavidad sus manos sobre los hombros de la joven. Quería que lo comprendiera, que lo mirara a los ojos aunque le doliera.

Suspiró, intentando reunir el valor para despedirse de ella.

—Por favor, mírame...Irina. Me necesitan. Debo cumplir con mi deber, amo este país. No quiero que los alemanes nos invadan. Quiero que todo vuelva a ser como antes y si con mi trabajo ayudo a otras personas a detenerlos, podré darle sentido a mi vida.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora