Gilbert Archer se pasaba la mayor parte del día a día en el trabajo. Su compromiso con la organización para la que trabajaba era tal que sabía cuándo entraba, pero no cuándo salía. Creía estar luchando contra el mal, sin embargo, a medida que iba descubriendo cosas sobre la vida de las personas que le encargaban investigar, más se convencía de que aquel no era su sitio.
Hacía tiempo que le habían destinado a hacer trabajo de campo y creía estar desperdiciando su talento en causas perdidas. De modo que decidió presentar su renuncia ante Charles Higgins, su superior inmediato.
—No puedo seguir, señor. Creo que mi trabajo en esta división ha terminado. — Le dijo tras entregarle un sobre cerrado.
Higgins arqueó las cejas sorprendido.
— ¿Es eso lo que quiere, muchacho?—Inquirió tratando de hacerle cambiar de idea.
Gilbert adoptó un tono serio, convincente.
—Sí, señor. Este no es mi lugar...—Afirmó sin vacilación.
Charles guardó el sobre en un cajón de su escritorio y lo volvió a examinar con ojo crítico. Era una pena, no le gustaba prescindir de un activo como aquel. Todavía recordaba que gracias a su servicio habían logrado descifrar un mensaje que había resultado ser clave para el desenlace de la Guerra.
—¿Por qué no se lo piensa antes señor Archer?
El joven negó con la cabeza. El trabajo en la última división a la que le habían destinado había acabado por quitarle las ganas de seguir.
—Ya está decidido, señor. Quiero regresar a la vida civil, mi esposa acaba de tener un bebé.
—¡Enhorabuena...! ¿Está seguro de que esto es lo que quiere?—Insistió Higgins.
Pero la decisión ya estaba tomada.
—Mi familia es lo primero, señor. Y me necesitan.
Por fin Charles R. Higgins se dio por vencido.
—Está bien...pero antes quiero que firme este documento.— Dijo entregándole un papel donde se comprometía a no revelar nada sobre sus actividades en aquella sección.—Comprende que necesitamos una garantía de que usted se compromete a guardar silencio sobre sus actividades y lo que significa traicionar este secreto ¿verdad?
—Sí señor...— Dijo tras dejar la estilográfica encima de la mesa.
Gilbert comprendió que podía ser acusado de traición y condenado a muerte. Pero no iba a traicionar a su país, él era un hombre de palabra y necesitaba cerrar aquella etapa de su vida. Comprendía que por mucho que se empeñara en dar caza a aquel hombre escurridizo, siempre se iba a encontrar con las manos atadas. Por eso, quería dejar atrás todo aquel asunto y centrarse en su familia.
No le gustaba que Irina hablase tanto de su jefe, el famoso Terence Graham y adoraba a Richard, aquel niño que cuidaba con tanto amor como si fuera el suyo propio. Lo que no dejaba de molestarlo.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
FanfictionLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...