Capítulo 15: Una boda en Newcastle

360 36 93
                                    

—Por supuesto que  puede ir a esa boda siempre que  la compañía sea la adecuada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Por supuesto que  puede ir a esa boda siempre que  la compañía sea la adecuada.—Comentó Clarice mientras observaba con ojo crítico a su hija quien la miraba con ojos suplicantes.

—Cierto, una dama no puede presentarse sola a un evento como ese. Espero que sepa mantener  en todo momento la compostura. —Objetó su tía Leticia.

Ariadna había optado por mantenerse al margen. Ella veía bien que Candy se dejara acompañar por aquel hombre y no era ciega para darse cuenta de sus sentimientos.

Por su parte, Scott Archer tenía sus reservas.

—Lo consiento solo porque ese hombre, Georges Villiers,  la ha estado cuidando desde que era una niña. No tengo ningún inconveniente, siempre que el señor Ardlay sepa mantener las manos quietas. No quiero que su virtud sea puesta en entredicho.—Dijo cruzándose de brazos y echándole una mirada penetrante a su hija quien de golpe había perdido el color.

"¡Papá...! " pensó Candy  escandalizada mientras su mente evocaba su  ardiente y apasionado encuentro con Albert en Dunnottar Park. 

Su abuelo Thomas ya más recuperado, también se había sumado a la reunión. Estaba vestido con un batín y lucía un aspecto más saludable  y aseado aunque aún estaba algo desmejorado. La siesta le había sentado bien y Candy se preguntó por qué no se había quedado en la cama. Tampoco veía necesaria su presencia allí.

—¿Estás seguro Scott? No me gusta que ese alfeñique esté cerca de mi nieta. No me fío de él. —Bufó el hombre mientras la miraba con seria preocupación. No tenía nada que agradecerle a un entrometido, el Doctor Perkins no tenía por qué haber intervenido para solucionar sus asuntos de salud. No le gustaba que le cambiaran su manera de hacer las cosas, solo para ganar méritos ante sus ojos. 

—¡Abuelo! Él no es así...es un caballero.— Protestó Candy intentando hacerle cambiar de idea. El afán protector de su abuelo la estaba empezando a agobiar.

Thomas entrecerró sus verdes ojos gatunos. 

—¿Seguro? Me he dado cuenta de que se ha comido el postre antes de la comida principal...Así no es como se hacen las cosas. —Gruñó arrastrando las palabras.

Candy enrojeció de golpe entendiendo perfectamente lo que había querido decir.

—¡Papá dile algo al abuelo!  Eso no es justo...—Gimió ella sintiendo que invadían su intimidad.  

Scott se mantenía más frío.

—Yo no veo inconveniente en que te acompañe siempre que se comprometa a respetar tu honor. Y tampoco entiendo por qué aún no ha sido capaz de comprometerse contigo como Dios manda.—Dijo mientras se servía un whisky añejo de la reserva de su padre.

La joven estaba cada vez más inquieta. No le gustaba el cariz que estaba tomando aquel asunto. Que dudaran de la honorabilidad de Albert era algo que la estaba empezando a indignar y estaba resuelta a defenderlo ante su familia.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora