Albert le recolocó la manta de su abuela sobre los hombros para que ella no se volviera a resfriar y Candy se apretó contra él agradecida, mientras se dejaba abrazar en silencio. Adoraba su contacto, sentir el perfume que podía aspirar de su cuerpo ¿cómo era posible que oliera siempre tan bien? Candy cerró los ojos y él le dio un beso en el cabello que brillaba al sol de la mañana.
—Te quiero...— Murmuró contra su pecho.
—Y yo también.— Dijo él mientras la tomaba de la barbilla y le daba un tierno beso en los labios que la hizo estremecer.
Candy estrechó el abrazo y enterró su cara en su pecho mientras sentía que todos sus problemas se desvanecían. Su sola presencia era capaz de calmarla, de hacerla sentir segura y no podía esperar a descubrir ese lugar tan especial para él.
El aire frío de febrero la hizo estremecer pero también la intensidad de la mirada de aquellos ojos azules como el cielo despejado. Se diría que había una promesa escrita tras su brillo intenso y Candy sintió que no podía respirar anticipando el encuentro que tendría lugar en aquel lugar apartado. El paisaje era hermoso, agreste, lleno de árboles y brezal.
Un lago de agua muy fría, una cabaña apartada en Escocia, la tierra de sus antepasados. Nada podía ser más romántico y hermoso.
Ya no habría ninguna barrera que se interpusiera entre los dos.
Significaba que él se iba a abrir a ella por completo e iba a compartir con ella mucho más de lo que había compartido hasta ahora. Anticipándose a ese descubrimiento se mordió los labios y él, incapaz de contenerse de nuevo la besó a la luz del sol templado de invierno mientras Candy dejaba que sus manos elegantes enmarcaran su rostro.
—Eres adorable Candy, siempre lo he dicho.— Murmuró incapaz de contener los latidos de su corazón. —La cabaña de mi padre queda bastante lejos de aquí y el tiempo en Escocia es bastante caprichoso como ya has podido comprobar por tí misma, así que debemos obrar en consecuencia: hay que cambiarse de ropa.
Ella lo miró entornando sus enormes ojos esmeralda.
—Ahá...—murmuró mirándolo de aquella manera que lo hacía cuestionarse todo.
Acercó sus labios a su boca y sonrió travieso. Ella cerró los ojos anticipando un beso que nunca llegó.
—No quiero que vuelvas a resfriarte...—Le dijo sin embargo al oído apartándole con suavidad los cabellos mientras ella se sentía hechizada por su dulce voz.
Se derretía. Abrió los ojos sintiendo que lo adoraba.
Podría volver a besarlo una y otra vez y no cansarse nunca. Pero estaban a la vista de todo el mundo en el jardín de su casa. No podían arriesgarse. Aunque pudiera ser que fuera demasiado tarde ya que los había visto el jardinero mientras se dirigía a realizar sus tareas y los había saludado con una breve inclinación de cabeza.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
FanfictionLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...