— ¡Archer! El Mayor Higgins requiere de su presencia en su despacho inmediatamente.— Le dijo el teniente Kelly.
— ¡Como ordene, señor!— Gilbert se preguntó qué querría aquella vez. Desde que había empezado a trabajar para ellos, no había parado. Empezaba a notar el cansancio en los ojos, en los músculos y ya no dormía lo suficiente.
Se preguntaba si todo su esfuerzo estaba mereciendo la pena.
Por lo que sabía su trabajo estaba siendo revisado por el Almirantazgo y aquello lo preocupaba. Muchos compañeros lo miraban con recelo desde su ingreso en aquel departamento; sobre todo debido a su juventud y a Gilbert no le gustaba ser el centro de atención. No ahora. Prefería mantenerse en un discreto segundo plano y aprender todo lo que pudiera.
Se levantó de su mesa y respiró hondo.
Desde el primer momento aquel hombre estirado y pedante le había estado mandando hacer tareas repetitivas y monótonas, que poco o nada tenían que ver con el trabajo prometido. Detestaba al mayor Higgins.
A veces se arrepentía de haber sido tan impulsivo y aceptar la proposición del teniente Kelly. Pero ahora ya no se podía echar atrás. La guerra estaba llegando a su punto crítico y él debía contribuir a la lucha por la Alianza.
Por su país.
Sabía que había logrado descifrar algunos de los mensajes interceptados que habían quedado olvidados hacía tiempo en la mesa del Almirante. Pero nadie le había dicho nada al respecto. Pasaban las semanas y Gilbert trabajaba, hora tras hora, hasta la extenuación para poder sentir que protegía a los que amaba, que estaba haciendo algo de provecho. El tiempo que les dedicaba era un bien preciado que él les entregaba, un sacrificio por el bien común.
Pensaba en Irina. Le costaba trabajo estar separado de ella en aquellos momentos.
Se habían casado hacía ya varios meses y ella estaba cada vez más bella. En realidad, parecía resplandecer. Y él estaba cada vez más hechizado por ella. Todo lo que iba descubriendo de Irina le fascinaba.
Su cuerpo ardía, ansiaba su contacto. Las horas le parecían minutos y los días horas. Si no fuera por lo cansado que llegaba a casa...podría estar haciendo el amor todo el día. No sabía que la vida podría deparar tanto gozo al lado de la persona amada. Podría comerse el mundo con ella a su lado.
La casa había cambiado y ganado en comodidad después de una reparación en el tejado y una buena mano de pintura. Los muebles que tenían habían sido rescatados del mercado de pulgas a buen precio. E Irina parecía florecer en medio del caos. La sencillez con la que vivían no le importaba a ninguno de los dos, aunque había veces en que echaba de menos la comodidad de su casa paterna.
El tiempo pasaba y más de una vez había querido ponerse en contacto con su familia y enviar una carta a sus padres. Pero Gilbert temía la reacción de sus cuñados. Su padre no iba a tener nada que objetar y estaba seguro que la situación divertía al abuelo Archer.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
FanfictionLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...