Capítulo 80: El consejo de Vanessa

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Albert se encontraba en su despacho de la oficina de Chicago, cuando supo la noticia

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Albert se encontraba en su despacho de la oficina de Chicago, cuando supo la noticia. La repentina muerte de Oberon Mc Bride le había dejado fuera de juego.  ¡No...hasta en eso había tenido suerte el maldito asesino! Le habría gustado que la justicia lo castigara. Pero el  juicio se había suspendido por la muerte del acusado y la causa había quedado archivada. 

¡Qué frustración! Pero él no podía hacer nada para remediarlo. Si lo pensaba bien, hasta se sentía liberado de tener que verle la cara en el juzgado.  

Pero no estaba del todo tranquilo. Su hijo Arthur  también tenía que rendir cuentas a la justicia y era muy consciente de esto último.

Recordaba que se había librado, tras  no haberse podido demostrar que estaba detrás del intento de secuestro de Candy. Los pocos meses en la cárcel y servicios obligatorios a la comunidad eran una condena ridícula para la gravedad de los delitos de los que en realidad era responsable. Había logrado escabullirse como un gusano.  

Albert conocía a Arthur desde la universidad y él  siempre había sido un apéndice de su padre. Estaba seguro de que había sido cómplice  junto con Oberon de todo lo que había sucedido con Dalilah O'Sullivan, los matones que aparecieron muertos en sus celdas y aquella  terrible agresión a Vanessa. 

La justicia había ido a por  Oberon pero ¿por qué no habían ido también a por el hijo?  Albert estaba seguro de que estaba tramando algo y que  no era nada bueno. 

Desde el fin de la guerra intentaba buscar la forma de detenerlo. Le obsesionaba que fuera a por su familia y el intento de secuestro de su bien más preciado el año anterior en casa de su madre, lo hacía tener oscuras pesadillas premonitorias. 

Cecily había solicitado protección porque no se fiaba de su hermano y él había decidido ayudarla. La antigua secretaria de Vanessa había sido clave para lograr encausar al magnate muerto y vivía con el temor de que su hermanastro se quisiera vengar de ella. 

—Señor Ardlay, necesito que me ayude a desaparecer. Tengo miedo de lo que pueda hacerme Arthur si me encuentra.— Le dijo Cecily con el temor escrito en sus ojos. —Por favor, usted conoce a gente que puede hacerlo, estoy segura. 

—Puedo intentarlo....aunque no te garantizo nada.

—¡Por favor! Temo por mi vida... 

Y  conmovido le procuró el nombre de alguien que podría ayudarla. Alguien bastante caro que sabía hacer desaparecer a las personas y procurarles una identidad nueva. De este modo, Cecily pudo por fin darle la espalda a su pasado y mirar con esperanza el futuro. 

Vanessa aplaudió la idea y ella en persona, le entregó los documentos a su antigua secretaria  con un abrazo que hablaba de olvido y de perdón. 

—Buena suerte, Cecily.

—Gracias, gracias...No olvidaré lo que habéis hecho por mi.— Le había dicho con los ojos llenos de lágrimas antes de salir por la puerta del despacho. 

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora