Capítulo 85: Un viaje a Londres

198 32 35
                                    

Stephan estaba preocupado por Candy

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Stephan estaba preocupado por Candy. Demasiadas veces la había visto llorar bajo el cerezo donde descansaba su hijo no nato y algo había sucedido en la boda de Ariadna que la había hecho palidecer y perder la presencia de ánimo aunque había intentado ocultarlo ostensiblemente.

Aunque había intentado sonreír y mezclarse con los invitados al evento, Stephan intuía que ella sufría lo cual le hacía sentirse incómodo e inexplicablemente triste también. Los días pasaban y estaba próxima la fecha en la que su familia abandonaría definitivamente Annandale. Tras terminar la guerra ya no consideraban adecuado seguir abusando de la hospitalidad de los Bruce.

Ya habían tomado la decisión y estaban buscando el momento más adecuado para decírselo a sus anfitriones. Ya no había vuelta atrás.

También habían limado asperezas con el joven Archer. Lo cual era una más que buena noticia y un alivio para todos.

Tras haber tratado el asunto de Irina con su hermano Gilbert, estaba muy claro para él que por mucho que le pesara el chico amaba a su hermana. Lo había llevado a un lugar discreto y había dominado el impulso irresistible de partirle la nariz. Pero el muchacho había mantenido la calma y le había explicado los motivos que le habían llevado a tomar aquella descabellada y arriesgada decisión.

—Tengo reconocer que tienes agallas, muchacho. No sabes cómo nos las gastamos los Artamonov. Pero, tienes suerte de que yo soy el más razonable de los hombres de mi familia. Tienes suerte de que mi hermano no esté hoy aquí y de que mi padre esté muerto. No te habrías librado de ser retado como mínimo a duelo por lo que has hecho. —Le dijo mientras entrecerraba los ojos escrutando su rostro en busca de algo que delatara sus verdaderas intenciones.

—Yo sinceramente...amo a tu hermana. No tengo nada más que decir, al respecto.—Había dicho manteniéndole la mirada.

También se había vestido con el kilt de los Archer y mostraba orgulloso su tartán sujeto con un broche con forma de oso de plata, el emblema de su familia.

Stephan sonrió.

Gilbert consciente de que estaba en clara desventaja física, había palidecido, tomado un sorbo de su copa y para su sorpresa, el boyardo le había palmeado con fuerza la espalda divertido, haciéndole atragantarse con la bebida.

Sonreía. Estaban en el jardín y los rayos del sol de la tarde incidían en el iris de sus ojos azules con motas doradas.

Aquella era la mirada de un felino. Y el joven Archer no sabía a qué atenerse con él.

—Pero si en cambio, mi hermana está feliz -y veo que lo es- y tienes el visto bueno de mi madre, la princesa Ada Artamonovna, por mí se queda todo olvidado. Ahora *brat, somos familia...— Dijo mientras tomaba una copa de la mesa nupcial que habían dispuesto en el jardín y brindaba con él a su salud y a la de su hermana que divertida observaba la escena mientras le decía algo a su madre al oído.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora