Capítulo 63: Justicia Divina

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Oberon Mc Bride se levantó de madrugada, no podía dormir

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Oberon Mc Bride se levantó de madrugada, no podía dormir. La tensión acumulada durante los días previos al juicio le estaban pasando factura, eso y que sus abogados le hubieran dicho que había no había una duda razonable a la que aferrarse no lo dejaban descansar. Mc Bride Senior pensaba que estaba perdido y que moriría en prisión.

Si no fuera por su estúpida hija, todo estaría bien. Aquella maldita mocosa bastarda que había engendrado había sido su ruina y tenía que hacerla callar. Tendría que hacerle pagar su insolencia con una buena paliza. Así aprendería a obedecer y no traicionar a la familia.

Su hijo tampoco le había dado demasiadas satisfacciones y por eso se sentía malhumorado la mayor parte del tiempo. Ya ni siquiera podía divertirse en las fiestas con jovencitas a las que solía asistir junto con otros empresarios con la misma actitud liberal que él. En el sexo ya no conseguía relajarse y disfrutar. Pero lo peor de todo era que tampoco conseguía aquellas vigorosas erecciones de las que tan orgulloso se sentía. El colmo de la humillación había sido tener que soportar la risa de aquella estúpida putilla a la que había mandando al otro barrio tras una paliza. Le estaba bien empleado, por no saber cuál era su lugar. Además, ella sólo era una fulana y una cara anónima a la que nadie iba a buscar.

Cerró los ojos. Su vida se estaba desmoronando. Era un infierno y quería terminar cuanto antes con aquel maldito juicio en el que se jugaba todo. Aquel maldito mocoso malcriado de William Clyde estaba resultando demasiado duro de pelar. No obstante y si todo iba bien, pronto le haría pagar con creces su arrogancia.

En cuanto volvió a abrir los ojos, la visión de la belleza más perturbadora que había contemplado en su vida lo dejó sin aliento.

—Has venido, por fin...—Le dijo con voz queda.

—Sí, querido. He venido a por tí ¿No es maravilloso? Por fin podremos estar juntos, mi amor.—Respondió ella con voz arrebatadora.

—Y ¿Qué hay de él?—Inquirió mientras sus ojos se dilataban. 

Perturbadores imágenes lo asaltaron mientras se hacía a la idea de que pronto iba a ser suya. Suya por fin.

Ella sonrió y se pasó la lengua por los labios. Sus increíbles ojos esmeraldas con motas doradas ardían, fijos en él.

—¿Tanto te importa? Él ya me da igual. Yo me casé con él por dinero, como bien sabes.—Confesó ella con coquetería.

El corazón de Oberon empezó a latir con fuerza. Sintió una extraña mezcla de alegría y alivio.

—Lo sabía...—Murmuró triunfante.

Ella hizo un mohín mientras se enroscaba un tirabuzón rubio en el dedo índice y lo miraba intensamente.

—En el fondo lo hice para hacerte sufrir...—Dijo ella curvando sus labios en una cruel sonrisa.

Oberon estaba sorprendido y se sentía feliz por primera vez en muchos años. Él sentía que renacía de nuevo.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora