Capítulo 4: Dos hermanos, dos ilusiones

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Jacksonville

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Jacksonville. Mansión Lagan, Florida. Febrero 1917

Neal Legan se alegró de que la construcción  del hotel Miami Resort Inn se reanudara tras cerrar aquel trato humillante con el tío William. Él había cumplido su palabra. Se había enterado por la tía Elroy de que Candy se había reunido con  su familia biológica y  se habían ido a Escocia. Al joven Lagan le extrañó aquel viaje repentino. Las noticias de la Gran Guerra en Europa eran cada vez más preocupantes. Los submarinos alemanes acechaban en las costas inglesas.

 Sintió miedo por ella ¿Qué podría haber impulsado al tío William a enviarla tan lejos y en aquellas circunstancias?

El servicio de seguridad que había contratado su tío le hacía sentir seguro. Quería testificar, era lo mejor para librarse de la amenaza de su ex socio Mc Bride. Era un tipo peligroso y no entendía cómo era posible que Eliza estuviera tan tranquila, sabiendo que el hijo que esperaba era suyo.

 El embarazo le estaba sentando especialmente bien. Parecía más dulce, más tranquila. Sabia que William se había comprometido a tutelar al niño y Eliza para su asombro, estaba empezando a albergar sentimientos por él.

—El tío William es tan inteligente, Neal ¿Te has fijado? Gracias a él, nuestra familia está ganando más dinero e influencia que nunca. Estoy segura de que pronto nos permitirá volver a formar parte de los Ardlay...y para entonces, mi hijo ya habrá nacido. Él será el nexo con el que logre ganarme su corazón ¿Te imaginas Neal? Es lo más lógico. Por linaje  y posición social, es perfectamente natural que a la larga William se comprometa con los de su propia clase. Es decir, conmigo. ¿Me estás escuchando Neal? Sólo hay que ver cómo nos está protegiendo. Y eso sólo significa que: ¡Oh... El tío William se ha enamorado de mí... !—Rio nerviosamente mientras se llevaba las manos al pecho cada vez más abundante.

Un intenso rubor tiñó sus mejillas, estaba emocionada.

Neal por su parte, aún no había olvidado cómo les había humillado delante de todo el clan Ardlay y cómo Candy había osado a rechazarlo y dejado en ridículo delante de todo el mundo. Sin embargo, aquello no era lo peor para él.  Lo peor era que había convivido con el tío William en la misma casa, sin estar casados como una vulgar mujerzuela  y él se moría de celos. ¿Qué tenía el tío William que no tuviera él? 

Él también era guapo y también era rico.

"Candy, si piensas que te voy a perdonar lo que me has hecho pasar" pensó apretando los puños.

Tenia al jefe del clan familiar tan hechizado que había logrado que su madre se disculpara ante todo el mundo aquella nefasta Nochevieja y encima William  había movido cielo y tierra para descubrir la identidad de sus padres biológicos.

—¿Y qué me dices de Candy? ¿Acaso te has olvidado cómo la defendió durante la fiesta de compromiso?— Inquirió  su hermano muerto de celos.

Eliza Lagan aún no había olvidado  que por su culpa su madre los había reprendido tras haber recibido  una nota  exigiéndoles una disculpa pública para limpiar el honor de aquella advenediza. Disculpas ... Ellos, a una ... a una cualquiera, a una fresca, a una caradura que buscaba trepar en la escala social asegurándose un lugar ventajoso dentro de su poderosa  familia.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora