Capítulo 13: Una visita inesperada a Dunnottar Park II

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El joven magnate se preocupó por Thomas Archer en cuanto supo de  la noticia y  sin que nadie se lo pidiera enseguida se hizo cargo de la situación. Llamó por teléfono al  Doctor Perkins quien le aseguró que estaría en Archer Hall en cuanto le fuera posible.

Las mujeres se sorprendieron de que se adelantara a los deseos de Candy  y quedaron muy agradecidas por su gesto.

 No podía amarlo más aunque aún no se lo hubiera dicho abiertamente. Esa palabra se le quedaba atragantada cuando intentaba pronunciarla estando él presente. Era muy consciente de que él tampoco se lo había dicho. Se resistía, lo mismo que ella. 

 Reconocía en el los valores que la habían hecho enamorarse y olvidar su pasado amoroso con Terence. 

A veces se preguntaba si él era feliz con Susanna y su hijo. Había leído en la prensa que ahora residían en Londres, como su hermano Gilbert. También se preguntaba si el embarazo de Irina estaba yendo bien y  si Stephan había conseguido pasar la prueba para la Royal Orchestra de Londres.

"¡Stephan!" 

Ojalá que lo consiguiera, se merecía conseguir sus sueños y ser feliz.

Miró a Albert. La hinchazón del ojo había  bajado y tenía mejor aspecto. Se preguntaba qué estarían pensando su madre y sus tías al respecto. 

"¡Pobrecillo y pensar que mi abuelo te ha puesto el ojo así por mi culpa!"

Y era cierto, a ellas tampoco se les había pasado por alto ese detalle; pero  educadamente fue ignorado sabiendo de sobra a quién atribuírselo. De todo el mundo era sabido la manía de Thomas de usar sus puños para dejar clara  su opinión sobre los asuntos que lo incomodaban especialmente. Y por desgracia,  todo lo relacionado con su nieta y Albert lo hacían. 

—Gracias, señor Ardlay. No tenía usted por qué molestarse.— Le dijo Ariadna mientras las mujeres se despedían de él agradecidas por su hospitalidad. 

Candy lo miró a los ojos, lamentando profundamente el cambio de planes.

—Albert, acuérdate de lo que hemos hablado.—Le pidió con ojos suplicantes.

Él sonrió, no podía resistirse a esa mirada. 

—¿Sobre la tía Elroy? Lo tendré en cuenta pero no te aseguro nada. —Afirmó mientras le dedicaba una mirada más seria.— Lo siento, Candy. Ahora debes ir con tu familia, ellos te necesitan.— Dijo mientras las acompañaba a la puerta.

Todo el mundo sabía lo que había entre ellos, pero Candy no estaba dispuesta a dar a entender nada que pudiera perjudicar la reputación de ambos. No hasta que todo quedara definitivamente aclarado.

—Hasta la vista, Candy. Si necesitas algo, por favor no dudes en hacérmelo saber.—Dijo preocupado.

La joven no quería irse pero no le quedaba otra alternativa. Sus asuntos podían esperar, la salud de su abuelo no.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora