Capítulo 10: El secreto de su sonrisa

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Florida Central, 1870

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Florida Central, 1870. Ruinas de la Hacienda Quinn

Minnie, la fiel niñera de color que había decidido quedarse con Priscilla por  el amor que le profesaba vino corriendo con una nota que le había entregado un trajeado criado que venía de la mansión Ardlay Park situada a varias  manzanas de su casa. 

—Ay...niña, mi niña querida. ¡Qué emoción!. Un hombre importante quiere tener una cita con usted. Puede que por fin él sea la respuesta a nuestras plegarias.— Dijo la enorme mujer con los ojos muy abiertos. Eran de un azul intenso y resplandecían derramando pura adoración por la joven que ella había criado. 

Priscilla dejó la escoba, con la que estaba barriendo la polvorienta estancia que se había salvado del incendio y se llevó las manos al raído mandil para limpiarse la suciedad. El águila del membrete no dejaba lugar a dudas. Sintió cómo todo su cuerpo se tensaba cuando reconoció el escudo: Los Ardlay. Abrió la tarjeta y vio la elegante letra de William Clyde escrita en ella.

"Señorita Quinn,

Me gustaría concertar con usted una cita para poder concretar los detalles y condiciones  sobre el préstamo que mi padre en persona ha aprobado para que pueda emplear ese dinero en sus proyectos empresariales.

Un coche vendrá a recogerla mañana a mediodía, si le parece bien.

Permítame felicitarla por su valentía y arrojo...pues sé de sus problemas económicos y no puedo evitar admirar su coraje.

Atentamente,

William C. Ardlay

(P.S)

Disculpe mi atrevimiento, pero después de nuestro encuentro en el baile de anoche me quedé profundamente intrigado por descubrir el secreto de su sonrisa. Espero que acepte esta humilde invitación, sin  recelo, ni desconfianza, pues mis intenciones son ante todo honestas. "

Priscilla empezó a sentir cómo el corazón se le agitaba en el pecho

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Priscilla empezó a sentir cómo el corazón se le agitaba en el pecho. Sentía que le costaba respirar de la emoción.  Salió de la habitación, bajó las escaleras y vio al criado vestido con una lujosa librea que aguardaba estoicamente una respuesta mientras miraba con disimulada curiosidad la antigua y desvencijada entrada que hablaba de un esplendor marchito tras la devastación de la guerra. En el patio exterior aún se mantenían en pie las espléndidas columnas dóricas  de mármol que su bisabuelo había mandado construir. Pero poco quedaba ya de la antigua construcción.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora