Benjamín se temía lo que le dijo el viejo Archer a continuación. Pero no estaba preparado para escucharlo a voz de pronto. Y le sentó como un puñetazo en el estómago.
Su futuro suegro lo miraba colérico, con aquellos intimidantes ojos felinos; mientras apretaba con fuerza los puños de sus grandes manos. Hacía tiempo que había sobrepasado los sesenta años, pero conservaba un aspecto imponente.
—¿Por qué habría de acceder a concederte la mano de mi querida hija? Tu madre mató a mi biznieto...—Tronó la voz de Thomas Archer. Sus verdes ojos gatunos se le clavaron como cuchillos. No obstante, Ben lo conocía lo suficiente para saber parar su estoque con gracia.
Ariadna ya le había advertido que debía mantener las formas, pero le costaba trabajo no volver a caer en la trampa. Es decir, ceder y darle un buen puñetazo. Como al principio, como cuando osó a faltarle al respeto a su querida "Larice".
—Olvida que también era mi sobrino, señor Archer. Todos lamentamos esa pérdida. —Dijo sin inmutarse, mientras intentaba olvidar el sentimiento de tristeza que aún albergaba por él. Había compartido la pena con Ariadna y reconfortado a su sobrina lo mejor que había podido.
Thomas llevaba su leonado cabello atado en una coleta que le confería un aspecto feroz, se había rasurado la barba y había dejado una elegante perilla que le favorecía. No aparentaba la edad que tenía. Robusto, casi majestuoso, aún conservaba la autoridad de los hombres de antaño. Como siempre, llevaba puesta su kilt, su chaleco y su camisa blanca arremangada hasta los antebrazos, lo que le daba un toque rudo y salvaje a su aspecto. A Ben no le habría gustado conocerlo en su juventud. Tenía la camisa entreabierta y una visible cicatriz le cruzaba el pecho. Se preguntó qué era lo que le habría pasado para ganársela.
—Muchacho, tú no tienes ni idea...—Farfulló llevándose inconscientemente la mano a aquel lugar, como si aún le doliera.
Ben no estaba de acuerdo. Tenía las ideas claras, por supuesto que sí.
—Sé muy bien de lo que hablo. Y yo la amo, señor. Amo a Ariadna.— Dijo Ben intentando dominar sus emociones. No era que le apeteciera especialmente, enfrentarse al patriarca. Ben ya tenía la aprobación de Scott, pero no era suficiente.
El patriarca Archer entrecerró los ojos saboreando el momento y sus gruesas cejas se fruncieron con desconfianza. Tenía ante sí al heredero del conde de Argyll con el rabo entre las piernas. Gimoteante, como un maldito cachorro.
Las últimas noticias que tenía era que Annandale estaba pasando por un mal momento económico. La mala gestión de la condesa había hecho estragos en las finanzas de la familia que veía su fortuna abocada al borde del colapso. Benjamin Bruce intentaba salir del paso trabajando de abogado para un pequeño bufete en Edimburgo y para Thomas aquello no era suficiente. No para su niña.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
أدب الهواةLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...