Capítulo 40: Una conversación en el jardín de Dunnottar Park II

212 33 15
                                    

La tarde avanzaba y el cielo azul brillaba en ausencia de nubes tormentosas mientras el sonido de las risas amortiguadas de los amigos de Candy deleitaban sus oídos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La tarde avanzaba y el cielo azul brillaba en ausencia de nubes tormentosas mientras el sonido de las risas amortiguadas de los amigos de Candy deleitaban sus oídos. Le gustaba el aire que se respiraba en Dunnottar Park y la joven contuvo el aliento intentando encontrar las palabras más adecuadas para encarar la situación extraordinaria en la que ambas muchachas se habían visto envueltas.

—¿Y bien...?— Inquirió la joven del vestido color lima mientras observaba de hito en hito la reacción de su interlocutora.

¿Cómo darle la noticia sin resultar brusca? Candy se devanaba los sesos y Marnie la miraba con aquellos extraños y enormes ojos  de gato sin comprender, aguardando una respuesta. 

Candy contuvo el aliento. Al fin reunió todo el valor que pudo y tras pasar una mano por la corteza rugosa del magnífico árbol se atrevió a preguntarle a su hermana lo que la venía torturando desde que supo de su existencia. 

—Marnie, perdona mi atrevimiento pero ¿qué sabes de tu familia?

La joven abrió los ojos y después los entrecerró  con manifiesta desconfianza,  recelando de ella preguntándose por qué una desconocida de su clase social podría tener curiosidad por conocer un dato tan delicado sobre su pasado. 

"Si será entrometida..." pensó inmediatamente tomándola por una persona frívola y superficial. 

— No te ofendas querida, pero prefiero no responder a eso. Solo te puedo decir que espero que mi padre adoptivo esté ardiendo ahora mismo en el infierno .— Aspiró el aire contrariada.—¿ Y qué importancia puede tener para tí que te lo cuente?—Respondió a la defensiva, con voz pausada y fría. 

Candy se dio cuenta de que había sido demasiado brusca y maldijo su falta de tacto. 

—Perdona, no me refería a esa familia sino a tu familia biológica.— Murmuró sintiéndose culpable de su torpeza. 

Por nada del mundo quería herirla y la expresión compungida de sus ojos hizo que Marnie cambiara de actitud. 

—Está bien...— Repuso poniendo los ojos en blanco.— No sé nada más allá de que mi madre me abandonó en un horrible hospicio para madres solteras y que crecí al cuidado, por decirlo de alguna forma,  de unas horribles monjas hasta que me adoptaron. Y la cosa no mejoró mucho más después de eso. — Repuso mientras se retorcía las manos con angustia.— Y  Oh...Dios. — Continuó con la voz ahogada. 

—¿Qué te sucede?

— No había pensado en mis hermanos adoptivos:  los pequeños Timmy y Johnny...No sé qué va a ser de ellos si yo ya no estoy para velar por ellos, como siempre he hecho. Tienen que vivir con esos dos monstruos.— Reveló con la voz quebrada,  sintiendo que por fin  se le aligeraba la carga que sentía en el pecho mientras pugnaba por contener las lágrimas.

Los ojos brillantes de Candy lo decían todo.

—Lo siento...— Dijo con voz queda. 

La joven le tomó las manos para transmitirle su compasión pero Marnie las apartó con brusquedad. Se sentía confusa ¿ qué interés podía tener aquella muchacha a quien acababa de conocer en su vida? ¿acaso era una de aquellas bobas señoritas de bien que disfrutaban con la desgracia de las personas menos afortunadas que ellas?

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora