Capítulo 25: La alegría y la pena de Belle

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Îlle Vierge, Bretaña

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Îlle Vierge, Bretaña. Finales de abril de 1917.

Isabelle Le Bail había descubierto debajo de su almohada hacía bastante tiempo la breve nota donde, para su sorpresa, su amigo estadounidense le había dejado escritas sus señas y siempre sonreía cuando evocaba ese momento.

Aunque doliera.

Siempre había sabido que tras la imagen que había personificado la derrota y el dolor se había ocultado alguien alegre, un alguien que había resultado ser un bromista encantador. E Isabelle sentía calor en su corazón al recordarle dando aquellos largos paseos por la playa con ella, vestido con la camisa blanca de su padre y sus pantalones arremangados por los tobillos.

Era tan encantador que dolía y ese sentimiento a veces la hacía enfadar.

Belle no quería sentir.

Ese breve pero intenso episodio de su vida después de la desolación de haber perdido a su padre en un combate aéreo, le había devuelto la ilusión por la vida. En su ingenuidad juvenil había creído haber encontrado el amor en aquel joven piloto estadounidense que habían traído malherido a su casa. Belle lo había cuidado con dedicación.

La imagen de su cuerpo febril, tendido en la cama volvió a su mente, con toda su intensidad. Sinceramente había creído que el destino lo había puesto en su camino para compensar tanto dolor tras la pérdida de su progenitor.

Pero no había sido así.

Él se había despedido gentilmente de ella en la playa, después de que su tío viniera a buscarlo para llevarlo de vuelta con él a Estados Unidos.

Con los suyos.

Hacia ya tanto tiempo...

Pero eso no había querido decir que lo hubiera olvidado.

Belle no podía.

Aquel cabello negro, los ojos verdeazulados del joven Alistair Cornwell no habían dejado de alimentar sus sueños. Había asumido hacía tiempo que sus sentimientos nunca iban a ser correspondidos. Pero no podía evitar sentir aquella tierna añoranza en su corazón.

No tenía ninguna intención de interponerse entre su novia y él; sus principios se lo impedían. Sin embargo, la nostalgia de aquellos días la torturaba y también la soledad; el aislamiento en aquella recóndita isla, la agobiaban.

Las noticias sobre la Guerra no paraban de llegar. Se decía que los muertos se contaban por millares.

Y era aterrador.

No sabía por qué, pero Belle creía que podría sobrellevar el miedo si al menos pudiera conservar su amistad. Y esa fe, le infundía valor.

La vida de una joven como ella en una isla donde la mayoría de jóvenes de su edad habían sido reclutados para ir al frente la había condenado al ostracismo, concentrada en sobrevivir. Muchos jóvenes habían sido dados por muertos o desaparecidos.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora