Capítulo 24: Una noticia inesperada

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Lakewood,  principios de otoño 1917

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Lakewood,  principios de otoño 1917

Albert levantó la mirada de la carta que había recibido desde Francia aquella misma mañana. Releyó una y otra vez las líneas escritas apresuradamente de aquella mujer de su pasado.

Se sirvió una copa de brandy, mientras trataba de serenarse. Pronto vino a su mente la imagen de una joven y atractiva enfermera estadounidense que había estado trabajando con él en África antes de que el accidente ferroviario lo hubiera dejado sin memoria. 

Y volvió a leer la carta, esta vez  con más calma. 

Venía fechada de varios meses atrás y la escribía desde el hospital de campaña habilitado en el  castillo de Chenonceau en Francia.

"Querido William Layard, o más bien William Albert Ardlay,

Te sorprenderá que te escriba desde tan lejos. Un paciente mío  llamado Dominic Le Franc me ha dado la clave para dar contigo. Él me ha hablado de su gran amigo Alistair Cornwell, miembro de tu ilustre familia y no ha dudado en facilitarme su  dirección de contacto en cuanto se la pedí.

Pensarás que soy una atrevida por querer ponerme en contacto contigo después de tanto tiempo, pero no puedo obviar la obligación de decirte que tenemos una hija en común habida tras nuestra relación en África. 

No pretendo reprocharte nada, más bien me lo reprocho a mí misma tras caer rendida a tus pies como una tonta ingenua. Pensaba que con el tiempo me acabarías amando pero está claro que no fue así.

 Me mentiste. Sí, me mentiste, Layard. Cuando vi en los periódicos tu rostro y leí  tu verdadero nombre no pude asimilarlo y me desmayé de la impresión en el trabajo. No voy a reprocharte tus motivos, porque perteneciendo a una familia tan ilustre como la tuya, seguro que tendrías razones para ocultar tu identidad. Pero ¿Por qué ocultármela a mí después de lo que compartimos en la sabana de África? Todavía me duele.

Sin embargo, creo que mi hija no tiene la culpa. Se llama Fleur y creo que merece que la conozcas o como mínimo que pagues su manutención y le procures un lugar en tu familia. 

¡Nos lo debes! He pasado por infinidad de penalidades por tu culpa, William. No debes dejar de lado tus obligaciones morales en este asunto. Tienes que procurarle una familia y yo soy la persona indicada para criarla, debes casarte conmigo. Creo que es lo mínimo que merecemos las dos. En cuanto sea posible, nos reuniremos contigo en Estados Unidos. Sobre estas líneas te adjunto una foto de nuestra hija. Como puedes ver es preciosa y aunque es muy pequeña todavía, ella ya pregunta por ti.

Con amor,

Olivia Johnson."

¡Una hija! ¿Cómo era posible? Estaba seguro de que había tomado  precauciones aquel día. Sin embargo, las palabras de aquella mujer no dejaban lugar a dudas. 

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora