"Oh... Pero qué hombre tan atractivo, tan...tan irresistible ¿Estaré soñando? Parece un príncipe, sin duda..." se dijo Marnie la primera vez que lo vio.
Imponente, de complexión fuerte y rasgos dulces, la joven Marnie no se quería perder ni un detalle de aquella visión que por un instante, parecía iluminar el pequeño local donde ella trabajaba. Vestía un elegante traje de chaqueta y pantalón negros, hechos a medida; también llevaba una corbata de color gris perla sujeta por un alfiler de plata con un zafiro oscuro que resaltaba su elegante porte.
Era muy alto y sus ojos de un intenso azul cielo se fijaron en ella por un breve instante. Tenía el cabello dorado, del color de la arena del desierto recortado sobre la frente y las patillas largas, muy a la moda de aquel entonces. Marnie sintió que se ruborizaba sin poder evitarlo al imaginarse acariciando ese cabello. Podía sentir su textura entre los dedos...para ella tenía la apariencia de la seda. Tragó saliva y sus mejillas se encendieron.
"Qué apuesto es, Dios mío...Es como recién salido de un cuento de hadas...", se dijo mientras intentaba controlar sus emociones intensas e inesperadas. Aquel sentimiento era nuevo para ella y por alguna razón misteriosa no podía quitarle los ojos de encima.
Su corazón se le agitó violentamente en el pecho e incapaz de sostener por más tiempo su mirada, bajó los ojos hacia las manos mientras trataba de disimular la oleada de bochorno que ahora sentía y lo peor de todo: sus manos estaban sudorosas, e intentaba secarlas con disimulo a su bata. Un hombre como él, en aquel establecimiento...era increíble. Y ella no se veía lo suficientemente bonita, ni si quiera para intercambiar un saludo.
Una hermosa dama lo acompañaba y la sonreía. La conocía bien, era la señorita Higgins.
"Ojalá pudiera parecerme a ella...
Marnie intentó que sus sentimientos no la traicionaran. Aquel era el peor de los momentos.
—Este es el señor William Albert Ardlay, Marnie. Él es la persona a la que deberás presentar tus informes de ventas trimestrales, mientras la dueña de la farmacia esté ausente. -Dijo la señorita Higgins.
—Comprendo. Encantada de conocerlo, señor Ardlay.-Dijo haciendo una tímida reverencia a modo de saludo.
—El gusto es mío.-Dijo él estrechándole la mano. — Señorita Williamson, tengo entendido que tiene grandes aptitudes para el negocio. Me gustaría discutir con usted una serie de puntos que me quisiera que tuviera en cuenta para los próximos trimestres. ¿Puedo contar con usted?
—Por supuesto que sí, señor Ardlay. Cuente conmigo.
Albert sonrió y Marnie contuvo la respiración. Aquella sonrisa mostraba una dentadura blanca, cuidada, perfecta y era sincera y amable. Imposible no sentir cómo sus piernas se hacían gelatina y unas mariposas danzando en la boca del estómago le gritaban su nombre. Pero ella acalló aquellos horribles presagios. Aquel hombre no estaba destinado para ella y lo sabía, pero no podía evitar que su corazón la traicionara.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
Fiksi PenggemarLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...