Capítulo 39: Una conversación en el jardín de Dunnottar Park

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Candy estaba radiante con su vestido de tarde color beige y burdeos que combinaba a la perfección con el dorado de sus cabellos y el esmeralda intenso de sus ojos

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Candy estaba radiante con su vestido de tarde color beige y burdeos que combinaba a la perfección con el dorado de sus cabellos y el esmeralda intenso de sus ojos. La cinturilla corte imperio se ajustaba perfectamente a su talle esbelto. Ella disfrutaba mucho del ejercicio matinal y desde que sabía quién se hospedaba en Dunnottar Park no hacía mas que imaginarse el encuentro con su hermana perdida.

¿Cómo sería? ¿ Era amable y hermosa? ¿O por el contrario tenía el mismo genio endemoniado que ella misma?

La ansiedad la mataba.

Cuando llegó a  la mansión donde la esperaban impacientes sus amigos, el mayordomo la condujo hasta el jardín donde habían dispuesto una esplendida merienda. Hubo gritos, algarabía, abrazos, sollozos largamente pospuestos cuando  finalmente se encontraron los amigos después de tanto tiempo. 

Domi enarcó las cejas divertido mientras Marnie y Millie observaban encantadas la escena con las mejillas arreboladas compartiendo aquella emoción tan intensa y sincera. ¿Así que aquella hermosa muchacha era la Candy de la que todo el mundo hablaba? Marnie contuvo el aliento.

"Esa cara pecosa...y esos ojos..." pensó sin poder apartar los ojos de ella. 

Sí, su rostro... había algo en su rostro la había impresionado casi hasta las lágrimas, algo  familiar y a la vez desconocido hizo que su corazón se detuviera.

Marnie sintió de pronto la garganta seca y se bebió de golpe un vaso de limonada fresca anticipándose a un pensamiento absurdo que empezaba a tomar forma en su cabeza. 

Candy tenía los ojos húmedos por las lágrimas. 

—Te estábamos esperando...—Había dicho Patty mientras la abrazaba.

Annie por su parte,  lloraba a mares. 

—Candy, empezábamos a preocuparnos ¿sabes?— Le reprochó su amiga mientras buscaba con la mirada la aprobación de Archie.

Él sonreía y se encogía de hombros. Su elegante camisa de seda le sentaba especialmente bien aquella tarde. Candy dedujo que se había esforzado mucho en cuidar su apariencia  para esa ocasión en concreto  y pensó en Annie. 

—Sí, apostábamos sobre si esta vez llegarías a tiempo.— Afirmó mientras le guiñaba un ojo.

Stear amplió su sonrisa. 

—Pensábamos que te habías dormido.— Añadió mientras tomaba un pastel de crema de la mesa y se lo comía sin ningún miramiento de un bocado.

Candy sonrió mientras sentía que su corazón no podía estar más colmado de amor fraternal que en aquellos momentos. 

—¡Imposible! No me lo perdería por nada del mundo.— Aseveró mientras observaba con ojos golosos todo lo que habían dispuesto especialmente para aquella ocasión. 

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora