Charles Higgins mandó sentarse al joven recluta. Los mensajes interceptados de los alemanes se acumulaban en la mesa del Almirantazgo y él tenía el deber de intentar buscar una solución. Cuatro profesores de la Academia Naval de Darmouth estaban trabajando en ello, sin logar ningún éxito. Estaban faltos de personal y él estaba ansioso darle un nuevo empuje a un asunto que creía de la máxima importancia.
Un oficial bajo su mando le había hablado del talento de un joven de raíces escocesas recién venido de Norteamérica. El chico parecía tener las habilidades necesarias para pertenecer al selecto grupo de criptógrafos encargados de descifrar los mensajes del enemigo. Ellos los interceptaban habitualmente tras haber cortado el cable de comunicaciones transoceánicas de los alemanes y ahora estaban obligados a utilizar sus canales si no querían quedarse incomunicados, lo que les confería una clara ventaja. El problema era que resultaban indescifrables.
La guerra se estaba alargando en el tiempo y era preciso recabar información sobre sus estrategias militares para poder interceptarlos con éxito. La guerra naval sin cuartel había empezado a decaer y por suerte ya no había que lamentar tantas pérdidas de tantos barcos mercantes como al principio del año y en los años anteriores.
Charles observó al muchacho con atención.
Era delgado y atlético. Sus ojos ambarinos tras los vidrios de sus gafas de montura dorada le hablaban de alguien observador y astuto. No aparentaba más de dieciocho años y se mostraba calmado y atento.
Con que era norteamericano...Charles torció el gesto con desagrado.
Se preguntó que tal le estaría yendo a su díscola e impetuosa hermana Vanessa. Por lo que sabía, había tenido la horrible idea de montar su propia agencia de detectives y se preguntó qué hombre iba a poder albergar algún interés en alguien tan poco femenina como ella. Su padre no quería ni hablar del tema...y Marissa, su madre, no disimulaba su orgullo en cambio. Sin embargo, era lo habitual en aquel matrimonio extraño y dispar que formaban sus padres.
"Definitivamente mi hermana nos va a matar a disgustos. Mejor se casaba y cuidaba de su marido e hijos que andar metida en asuntos de hombres. Ella fue criada para ser un ángel del hogar... Qué desperdicio...qué...qué deshonra para los Higgins..."
Charles, disimuló el rictus de amargura en sus labios y se centró en el asunto que le ocupaba en aquel momento.
—Y bien ¿Qué es lo que lo ha motivado para alistarse, señor Archer? ¿Y por qué cree que podría sernos útil aquí?—Inquirió mientras observaba atentamente el informe con sus datos que le había facilitado su asistente.
Gilbert sonrió con suficiencia.
—Creo que usted ya lo sabe...—Dijo mientras se cruzaba de brazos.Aquel tipo estirado no le estaba cayendo demasiado bien. Le habían advertido de que era bastante estricto y quisquilloso. No tenía buena fama y solía crear un clima de trabajo bastante competitivo.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
Hayran KurguLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...