Capítulo 14: Cartas, revelaciones y monstruos

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Albert tomó la postal que había recibido de Candy de manos de Georges con emoción contenida

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Albert tomó la postal que había recibido de Candy de manos de Georges con emoción contenida. Había dormido con dificultad, la barba de varios días hablaba de sus muchas noches en vela tras su marcha.

Por esa razón el recibir noticias suyas le había supuesto un gran alivio y una inmensa alegría, que incontenible no había logrado disimular.  Los negros ojos sonrientes de su asistente le habían hecho sentir algo incómodo después entregarle la misiva y desaparecer tras la puerta del despacho.

 La mayor parte de los países implicados en la guerra habían publicado directrices sobre la circulación de correo; el uso de postales se había hecho muy popular desde que había estallado el conflicto y Albert lo sabía. Observó la tarjeta que le había enviado Candy desde Escocia.  La postal  representaba una ilustración de una hermosa rosa blanca en un sencillo jarrón de cristal y no pudo evitar sonreír. 

Muy propio de ella.

Inmediatamente se sentó en el suave sillón de cuero de su despacho en Lakewood y leyó:

" Querido  Bert,

Te escribo desde la casa de mi abuelo Thomas en Montrose mientras la primavera escocesa alegra mis ojos tristes. 

Te preguntarás cómo ha sido el viaje...Pues bastante bien dadas las circunstancias.  Tengo que decirte que mis padres se han casado durante la travesía. Sí, como lo ves. Estoy tan feliz...

Te dejo mis señas bajo estas líneas con la esperanza de que al menos, me escribas unas palabras. Este lugar es hermoso, pese a la tragedia de la Gran Guerra. Tienes que prometerme que algún día lo recorrerás conmigo.

Actualmente trabajo de enfermera voluntaria en el hospital para veteranos que han habilitado en Archer Hall. No tengo tiempo ni para echarte de menos. Pero lo hago...

Con amor,

Tu Candy."

"Tu Candy...", sólo aquella discreta declaración había hecho que su corazón latiese más rápido. 

Albert apretó la postal contra sí instintivamente  y sintió cómo su corazón se le  encogía de añoranza y melancolía. Dedujo que en la estación de correos de Montrose quizá le habían informado que el bloqueo no incluía el servicio postal. Si la conocía bien, seguramente había supuesto que Inglaterra estaba incomunicada y que sólo se podían enviar telegramas gracias al cable transoceánico que comunicaba a los dos continentes. Le hubiese encantado ahorrarle aquel temor y explicarle. 

Llevado por un impulso irresistible tomó un elegante papel beige con el escudo de la familia impreso en marca de agua y escribió:

"Querida Candy,

Aunque estemos separados por un océano mis pensamientos están contigo, siempre. La próxima vez te llevaré en coche por un camino que lleva al bosque donde mi padre solía pasear con mi madre. Es un lugar donde encuentro consuelo cada vez que voy a Escocia. No sé si lo sabes, Candy pero mi familia también tiene espléndidas posesiones allí.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora