Candy dejó caer al suelo la bolsa de viaje cuando vio a su abuelo Thomas en la amplia sala de estar de la mansión. Él levantó la mirada preocupado del periódico que estaba leyendo y sus ojos se abrieron de golpe sin disimular la sorpresa de ver aparecer a su nieta trotando hacia él.
—¡Abuelo! ¿Me has echado de menos?—Dijo ella emocionada mientras abría los brazos para abrazarlo.
Pero Thomas había estado preocupado. Esperaba que William Albert Ardlay hubiera mantenido su promesa. Por su bien, esperaba que lo hubiera hecho.
—En buena hora, niña. Te has retrasado...— Gruñó mientras dejaba el diario encima de una mesilla auxiliar.
Candy sabía que su familia se iba a preocupar y no le sorprendió encontrarse con la actitud huraña de Thomas Archer. No obstante, se lo veía en plena forma y esto la alegró mucho. No había rastro de su enfermedad y su aspecto era saludable.
—Bueno, eso tiene une explicación, abuelo.— Argumentó sonriendo con dulzura.
Thomas no se quería dejar engañar por el aspecto angelical de su nieta. Parecía la inocencia personificada, pero si algo caracterizaba a las damas Archer era el fuego que corría por sus venas.
—Eso espero. Ve, anda. Tus padres están al fondo, desayunando en el jardín.—Suspiró ofuscado.
Su hija Ariadna le había dado la noticia de que estaba embarazada de su primer hijo y Thomas sonrió para sus adentros. La vida se renovaba y él ansiaba ver la cara de su primer vástago.
Se sentía satisfecho.
El bebé nacería en el seno de un matrimonio formal y eso era precisamente lo que quería para su nieta Candy.
Esperaba que el advenedizo Ardlay fuera lo suficiente hombre como para respetar el pacto que habían hecho ambas familias. No soportaría ver de nuevo el nombre de su familia arrastrado por el fango si su nieta volvía a las andadas. Thomas no estaba dispuesto a dejar pasar otro insulto más a su casa, quería que Candy no tuviera ninguna mancha en su reputación. Nada le disgustaría más que otro embarazo fuera del matrimonio. Su corazón no lo soportaría de nuevo. Thomas se dio cuenta de que amaba demasiado a su nieta y la observó con amor manifiesto mientras ella le sonreía con aquellos ojos esmeralda fijos en él. Había felicidad en ellos y su abuelo se tranquilizó de inmediato.
—Estupendo, necesito hablar con ellos.— Declaró Candy impaciente.
—Vale, jovencita ¿Y a mi no me vas a decir nada?—Inquirió Thomas esperando que ella le diese una explicación razonable.
La sonrisa de la muchacha se hizo más amplia, se puso de puntillas y le estampó un sonoro beso en la mejilla.
—Claro, abuelo. Te quiero...— Dijo ella para su sorpresa— Veo que te has recuperado de tu indisposición. Estás estupendo.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
FanfictionLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...