Recordó su vuelta a Europa tras abandonar África con el corazón destrozado por culpa de Layard. Su estancia de pesadilla en Italia hasta llegar a Francia y encontrar aquel trabajo que le cambiaría la vida.
El recuerdo se había anclado en su memoria, nunca podría olvidarlo.
¿Cómo podría?
Una familia adinerada pagaba muy bien por una enfermera interna que se hiciera cargo de un muchacho tetrapléjico adolescente. Olivia no podía olvidar su cara, ni tampoco su aspecto frágil y delgado. Por su estructura ósea y muscular dedujo que había sido un muchacho fuerte y robusto.
Era descorazonador. Olivia se cuestionaba si iba a poder hacer lo que se le pedía.
La primera vez que lo vio, tenía mal aspecto.
Ella contuvo la respiración y sintió que reconocía los rasgos de aquella hermosa cara aunque su cabello fuera más claro.
Y se decidió a sacar valor, fuerza para cuidar de él, no solo porque necesitaba el dinero, sino porque el muchacho era la viva imagen de Layard solo que más joven.
Nada sabía de él, a parte de que la familia lo había trasladado desde un lugar llamado Lakewood en Minnesota, hasta París para alejarlo de lo que ellos consideraban "malas influencias" para la salud del muchacho.
Era hermoso como una flor. Hasta su mismo nombre que provenía del griego antiguo: "anthos" significaba flor.
Se llamaba Anthony, Anthony Brown.
¡Qué sentimientos desgarradores le evocaban pronunciar su nombre y recordar su cara!
¿Cómo iba a poder predecir lo que sucedería después?
Olivia deseaba con desesperación que el joven recuperara la movilidad de las extremidades, que mejorara su aspecto macilento mientras se ocupaba de cumplir con su deber de enfermera bajo la supervisión del mejor médico en su campo. Pero no había ninguna esperanza para alguien que tenía la médula espinal lesionada.
Estuvo cuidándolo durante meses en un hermoso Chateau francés propiedad de los Ardlay.
Había caído de un caballo, durante una partida de caza y eso era todo lo que le habían dicho que necesitaba saber.
Había esperado que mejorara de su grave lesión.
Deseaba que lo hiciera y recuperara las ganas de vivir ignorando que él pedía que se lo llevara la muerte entre lágrimas.
"Si tengo que vivir así el resto de mi vida, prefiero morir y quedarme con los buenos momentos vividos al lado de los que me quieren. Yo ya no quiero estar aquí, Olivia...", recordó que le había dicho con lágrimas en sus azules ojos de mar embravecido.
A veces se negaba a abandonar la cama donde languidecía y lloraba hasta dormirse.
Pero otras veces parecía recuperar el humor y le pedía que lo llevara al porche. Le gustaba que le empujara la silla de ruedas hasta un pequeño jardín donde crecían unas rosas macilentas.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
FanfictionLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...