Leticia Bruce estaba contrariada. Su marido, el empresario textil Seraphin Doyle había bebido demasiado y parecía decidido a humillarla con su desdén. Cuando ella sacaba un tema de conversación la contradecía en público y la torturaba con comentarios mordaces que la descalificaban y la hacían sentir estúpida.
Pero aquello no era lo peor. Que la cuñada de su hermanastra y su sobrina Candice tuvieran la atención de muchos de los caballeros allí presentes, tampoco la ayudaba a sentirse mejor. Leticia habría sido bastante atractiva de no ser por el rictus de amargura que había ido arruinando la expresión de su boca, antaño jovial y encantadora.
Sus ojos eran de un hermoso gris pálido, como los de la condesa quien parecía estar disfrutando de la velada. El lamentable incidente con las copas de cristal ya había sido olvidado hacía rato pues su invitada, la princesa Ada Artamonovna se había ofrecido amablemente a cubrir el coste del destrozo ocasionado por sus dos apasionados hijos.
Leticia disimuló un suspiro y miró hacia donde ellos estaban. El joven de cabello negro, del que había olvidado el nombre se dio cuenta de su indiscreción y levantó burlona pero amablemente una copa a su salud. Y ella miró hacia su plato sintiéndose avergonzada.
Su marido había sido toda una decepción. Su madre había arreglado convenientemente el matrimonio con los Doyle—o quizá con su fortuna— y le había asegurado que el amor vendría con el tiempo. Y ella, en su ingenuidad, sinceramente había creído sus palabras. Pero en absoluto había sido así. Y después de tener a sus dos hijos, las cosas se habían puesto peor. El matrimonio se había desgastado y él parecía no albergar ningún interés en sus generosas curvas. Hacía demasiado tiempo que dormían en camas separadas y aquello la torturaba.
Odiaba estar sola en su casa de Londres, sobre todo después de los últimos bombardeos e intentaba pasar el mayor tiempo posible con su familia en Escocia, donde se sentía más segura. Además, sus hijos pequeños, de ocho y diez años se divertían más en el campo con sus abuelos que entre las paredes de una casa en la que reinaba la frialdad y sobraba el lujo.
La joven Leticia no era estúpida. Sabía de la debilidad de su marido por las apuestas en las carreras de caballos y la bebida había hecho mermar ostensiblemente su fortuna. Sin embargo, aquello no era lo peor.
Lo peor eran las sospechas de que le estaba siendo infiel con una actriz de variedades. Una de sus mejores amigas le había dicho que los había visto salir juntos de un apartamento en una de las zonas más elegantes de la cuidad.
Y aquello consumía sus nervios.
No podía soportar ver cómo se comportaba ahora en la casa de su madre, disfrutando de una velada en la que no merecía estar.
—Querido, deberías dejar de beber tanto vino. Eso no le va a sentar bien a tu hígado...el Doctor te ha dicho que debes moderarte.— Repuso ella condescendiente.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
FanficLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...