Capítulo 49: Un paseo por la hacienda

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Olivia Johnson decidió complacer las exigencias de Arthur solo por el despecho que le inspiraba la figura de William

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Olivia Johnson decidió complacer las exigencias de Arthur solo por el despecho que le inspiraba la figura de William. De modo que accedió a comprar mediante un intermediario aquella finca en Brasil a cambio de un poco de independencia. 

Quería hacer las cosas a su manera. 

La actitud amable de Mc Bride no le inspiraba ninguna confianza y más cuando se dio cuenta de que utilizaba su nuevo hogar como base de operaciones para despachar sus turbios  asuntos. Y todavía lo vio más claro cuando hizo quemar una de las joyas de la corona del patrimonio de los Ardlay con la esperanza de provocar la ira de su jefe.

Sabía que iban a por él y que le habían preparado una emboscada. Los espías de Mc Bride le habían dado detalles del itinerario que seguiría el magnate y también sabían el número de hombres que componían su escolta. Desconfiaba de las verdaderas intenciones de  Mc Bride, de modo que  había enviado a su personal de confianza a vigilar con la esperanza de poder intervenir y rescatar si era necesario, al hombre que todavía amaba.

 Fleur crecía y cada día le recordaba más a él. No olvidaba quién era su padre, pero la niña llevaba su sangre y ya era innegable su parecido.

Confiaba en que él accediera a tomarla bajo su protección ya de una vez por todas.

 Lo único que quería era poder vivir como ellos, como los Ardlay;  disfrutar de una vida tranquila sin preocupaciones económicas aunque para ello tuviera que utilizar cualquier medio a su alcance. Y también ansiaba de nuevo ser suya, con todo su ser. 

 Se vanagloriaba de haber obtenido el dinero suficiente para comprar aquella magnífica propiedad gracias a las entrevistas que había concedido a la prensa amarilla ansiosa por echarle el guante a nada más y nada menos que al heredero de una de las fortunas más importantes del país. 

—Créeme querida, yo sé cómo hacerle pagar a ese desgraciado todo lo que te ha hecho.—Le había dicho Arthur en aquella ocasión. 

—Solo quiero que sufra lo que yo...— Había confesado ella con la cara congestionada por la rabia— pero su familia es muy poderosa ¿vas a poder hacerlo?

La sonrisa animal de Arthur le dio escalofríos.

— Todo está en marcha, cielo. Todo está en marcha...Confía en mí...—Le susurró con la voz enronquecida por el deseo que le inspiraba aquella frágil mujer despechada. 

Ella cerró los ojos sintiendo un repentino estremecimiento. Olivia se mordió los labios y ese gesto desató la pasión en él.

 Arthur era un hombre muy atractivo  pero  también letal. 

La combinación de su poderoso físico con su maquiavélica y rápida inteligencia eran para ella una tentación muy difícil de resistir por eso cedió al deseo entregarse a él. Aunque Arthur no había llegado  a consumar dentro de ella temeroso de engendrar un hijo no deseado; sin embargo ella lo entendió de inmediato y no le importó.  Tan solo habían satisfecho una necesidad física y Arthur era un amante apasionado aunque no muy hábil. 

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora