La joven Marnie Williamson había empezado a trabajar en la farmacia de Clarice D. Bruce hacía un par de semanas en Chicago. Necesitaba el dinero con desesperación. Ella que siempre había sido una muchacha responsable, estaba decidida a abrirse camino por sus propios medios en la gran ciudad.
Pelirroja, de ojos color ámbar con pequeñas motas verde esmeralda que le daban un aire feérico y travieso en la mirada, siempre había tenido que soportar que le pusieran motes ridículos a causa de su aspecto. Tenía el rostro lleno de pecas y le gustaba aprender. Que desde niña le llamaran zanahoria, entre otras cosas por el extraordinario color frambuesa oscuro de su cabello ensortijado no había hecho más que motivarla a ser mejor. A superarse. Se crecía ante las dificultades de la vida, cosas que para ella constituían un reto, un medio para conseguir un fin. Si tenía que ser sincera consigo misma, no sabía de dónde sacaba las fuerzas para continuar adelante pese a todo. Pero lo hacía.
Cuando aquel señor le dijo que buscaban trabajadores que supieran de farmacia para la botica, ella no dudó en presentarse. Tuvo que pasar una prueba de conocimientos bastante dura que dejó en la cuneta a otros muchos candidatos, más veteranos y experimentados que ella. Marnie, estaba más que preparada para asumir el rol de responsable en una de las farmacias más reputadas de Chicago. Pensó que había tenido suerte, porque la guerra había enviado al frente a la mayoría de los hombres jóvenes que ahora luchaban en el frente.
Le gustaba su trabajo y sobre todo, se sentía útil, realizada e independiente. Se había librado de un matrimonio concertado por su familia y ante todo, podía respirar la libertad de las que tenían la suerte de poder ser autosuficientes en un mundo dominado por los hombres. Ella compartía un apartamento con varias muchachas de edades comprendidas entre los dieciocho y los veintiún años. Marnie quería labrarse un futuro y estaba dispuesta a poner todo de su parte y conseguir su lugar en el mundo y ser como aquella dama que solía pasarse por la farmacia para controlar la marcha del negocio una vez al mes.
Marnie Williamson, soñaba con llegar a parecerse algún día a Vanessa Higgins. Una dama que trabajaba para un magnate del que nada sabía y del que todo el mundo hablaba. Su anterior y joven compañero de trabajo había sido llamado a filas, dejando a la chica al frente de un negocio bastante próspero.
—Bien, Marnie...veo que te estás adaptando bastante bien.—Le había dicho la dama.
—Sí, señora.—Dijo haciéndole una breve reverencia.
—Oh, niña no hace falta que me vengas con esas formalidades. —Le había dicho sonriendo y agitando su mano enguantada en el aire.
—Necesito que me des el libro de cuentas del pasado mes, por favor.— Le pidió con suavidad.
La joven lo sacó de un cajón bajo llave situado en una esquina del mostrador.
—Está todo debidamente anotado y calculado, señora.—Comentó mientras se lo entregaba.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
FanfictionLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...