Capítulo 15: Rory Ardlay

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Edimburgo, 1850

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Edimburgo, 1850

La joven Elroy Ardlay-Rory para amigos y familiares- de diecisiete años estaba pletórica por la fiesta de inicio de temporada. Manoseaba una y otra vez la tarjeta de la invitación que había recibido su familia para asistir, como cada final de verano. No podía evitar sentirse emocionada por la expectación que se solía levantar en torno al baile que se celebraba todos los años en el palacio de Holyrood en Escocia. Toda la flor y nata de la alta sociedad estaba invitada a asistir, por supuesto.

Ella había sido presentada en sociedad hacía un par de años. Sin embargo, su debut sólo había levantado expectación por su ilustre apellido. Y ella era muy consciente de ello. Para su decepción y mayor consternación le habían salido numerosos pretendientes aspirantes a ganar su mano, pero no su corazón. Siempre más pendientes de su fortuna que de su persona.

Rory se divertía dejando en evidencia el poco ingenio de algunos en lo que al cortejo se refería ya que al final era más que evidente que su interés era materialista y ella los despreciaba por su egoísmo y vanidad. El amor romántico era algo que había puesto de moda la famosa escritora Jane Austen, entre otras escritoras de la que era voraz lectora y su más apasionada fan para diversión de su madre con la que le gustaba compartir detalles jugosos de las novelas.

Ella buscaba el amor en los rostros apuestos de los numerosos jóvenes que acudían al baile con la esperanza de cazar a una heredera o una compañera de vida. Y era una presa difícil y codiciada por igual.

Un matrimonio que vinculara a cualquiera de ellos con el apellido Ardlay era una garantía para asegurarse un lugar en la élite, en la flor y nata de la sociedad. Con una asignación anual de varios cientos de miles de libras a cuenta de un padre generoso y rico ¿Quién iba a resistir acercarse e intentar echar mano a semejante botín? Era una realidad que no dejaba de martirizarla.

La confirmación de este hecho la hacía mirar con desconfianza a cualquiera que intentara entablar una conversación con ella, se mantenía a la defensiva, no lo podía evitar. No era ninguna ingenua. Se sabía poco agraciada, con un rostro que se alejaba de los cánones de la belleza establecidos. Sus rasgos eran poco armoniosos según su propia opinión aunque su madre creía que ella era bella y le quitaba importancia a su obsesión por los cánones clásicos, tan de moda en aquel momento.

Rory se miró en el enorme espejo enmarcado en madera y pan de oro, que presidía la recepción del impresionante palacio. El suelo de la entrada estaba pavimentado con pulidas losas de mármol de diferente color, creando un patrón de ajedrez que alternaba losas de color rosa salmón y crema. Era regio, destilaba buen gusto y le agradaba.

La joven suspiró. Podía escuchar las risas de las otras muchachas a su espalda, oler la cera derritiéndose en los intrincados candelabros de pie, en las impresionantes arañas de cristal que colgaban del techo. Ella se sentía ajena a todo aquel esplendor, mientras sus padres se acercaban a saludar a sus amigos y conocidos.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora