Capítulo 58: Un funeral y una carta

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Candy se despertó, no sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que se había quedado dormida en la biblioteca

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Candy se despertó, no sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que se había quedado dormida en la biblioteca. Alguien la había tapado con la manta de lana de estampados escoceses favorita del abuelo James. Se reincorporó, desperezándose como un gato sintiendo la fuerzas renovadas y de sopetón, le vinieron todos los recuerdos a la mente.

La cara de Odette...Sus terribles palabras.

Saber que la abuela Poppy estaba detrás de la muerte de su hijo la llenó de una congoja indescriptible. ¿Cómo era posible destilar tanto odio? Saberse el blanco de la maldad y las crueles maquinaciones de una persona que tenía prejuicios de clase era aterrador y mucho peor, si venía de alguien al que había considerado cercano. Ya había sido objeto de tal tipo de desprecio por parte de los Lagan y había soportado estoicamente su desdén en el pasado. Sin embargo, constatar la inquina y el odio  de la mujer de su abuelo mediante su horrible acto contra su hijo no nato, la había dejado destrozada.

Entendió a la fuerza que para Poppy ella nunca había formado parte de la familia Bruce y que solo era una extraña a la que había que destruir. Era el  odio por el simple hecho de ser ella  y por lo que representaba.

Miró  su vientre, ahora plano, vacío y miró hacia la ventana. Desde allí podía ver el hermoso cerezo japonés del jardín de su abuelo James.

 Candy entendió que tras su agresión, Poppy había intentado dañar a su madre, a su abuela Dana a la que sin duda, odiaba más que a nada y que hacía tiempo que descansaba por orden del conde de Argyll en una tumba especialmente diseñada para ella.

Para su amor perdido James encargó  esculpir en mármol de Carrara un hermoso ángel de mármol blanco que lloraba sobre la lápida de Dana Marlborough,  cerca de la cripta familiar de los Bruce. Cosa que sin duda, había enervado aún más los oscuros sentimientos de Poppy hacia las descendientes de su antigua ama de llaves.

"¿Por qué? ¿por qué yo?  Nunca le he hecho nada a esa señora...no he hecho nada más que apreciarla por lo que creía que era: la mujer de mi abuelo"  la joven todavía sentía las lágrimas de impotencia y decepción resbalar por sus mejillas.

Pero ya  no tenía sentido seguir llorando. Ahora podía librarse de los remordimientos que la habían estado ahogando, atormentando durante los últimos meses. Ella no tenía la culpa de haber caído al suelo, no tenía culpa ninguna de haber recibido el  golpe que había acabado con la vida de su hijo. 

Abrió la puerta de la biblioteca y encontró a sus familiares reunidos en la gran sala. Hablaban de los preparativos para el funeral. 

Su madre le salió al paso al verla aparecer.

—¡Candy...! Lo siento, mi vida. No sabía que Poppy estaba detrás de todo. Me lo ha contado tu tía Leticia. ¡Lo siento tanto!¡Ven, ven aquí...!— Dijo abriendo los brazos a los que su hija se arrojó sin dudarlo. —No llores, mi niña, no llores. ¡Era un ser malvado! Me pregunto si alguna vez fue consciente de todo el daño que hizo en  vida...

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora