Capítulo 27: Una velada accidentada IV

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—Ponte en el dedo esa fabulosa sortija que llevas al cuello, Candy

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—Ponte en el dedo esa fabulosa sortija que llevas al cuello, Candy. Esto al menos, podrá servirnos para ganar tiempo antes de que sea demasiado tarde. —Susurró precipitadamente Clarice.

Candy hizo disimuladamente lo que le dijo su madre entendiendo inmediatamente su intención.

Era mentir, pero no tenían otra alternativa.

Por fin se acercaron lo suficiente y Ada Artamonovna tuvo por fin la oportunidad de observar de cerca a las dos mujeres.

Estaban impecablemente vestidas para la ocasión, al estilo de la moda europea que empezaba a ser muy popular en aquellos momentos. La escasez de materias primas había empezado a acortar las faldas hasta el tobillo, lo que no había sido recibido con disgusto entre las mujeres. La más joven vestía un hermoso traje de noche de seda color esmeralda de corte estilo imperio, ceñía su cintura un hermoso cinturón de pedrería negro y llevaba al cuello una sencilla cadena de plata con un crucifijo que contrastaba con una extraordinaria gargantilla de perlas negras. Un elegante recogido de sus rubios cabellos le enmarcaba su dulce rostro. Parecía estar embarazada, aunque el vestido lograba disimular su estado y había que fijarse bien para poder constatar este hecho. La chica era muy joven, no hacía demasiado que había dejado atrás la adolescencia y sonreía con frecuencia.

Lucía un en su dedo anular un extraordinario solitario de esmeralda de corte rectangular que le indujo a pensar que estaba comprometida con alguien muy rico.

Lástima, le habría gustado emparejarla con alguno de sus hijos. Sobre todo Stephan, que parecía encandilado por ella y por lo que veía también Dimitri, tenía que admitir a su pesar. Aunque este último era más discreto y Ada no pudo evitar pensar que su inclinación por ella, guardaba mucha relación con el parecido físico de la joven con Vera Musolova, su prometida. Se preguntó con aprensión si habría sobrevivido a la purga.

La otra mujer, la madre sin duda, vestía un hermoso traje de noche color turquesa que acentuaba el color de sus ojos. Vio que al cuello llevaba una hermosa aguamarina engarzada en lo que pudo apreciar como platino colgando de una delicada cadena del mismo metal.

Parecían encantadoras y sintió interés por conocerlas muy al contrario que a su anfitriona quien llevada por su manifiesta antipatía se había acercado a ellas con la intención de hostigarlas.

Y ser consiente de eso la desagradaba profundamente.

Pero era su huésped de honor y no podía permitirse manifestarle sus sentimientos al respecto, sin embargo,  no estaba dispuesta a dejarse manipular por las inclinaciones mezquinas de la persona que le había dado refugio.

—Ella es Clarice Archer, mi hijastra...— Dijo remarcando la última palabra.

Clarice le dedicó una radiante sonrisa a la princesa Ada Artamonovna mientras realizaban las presentaciones, ignorando el tono desabrido de la condesa.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora