Mansión Ardlay, Chicago. Verano 1917
Stair se sentó en el hermoso sofá de orejas de la sala de estar de la imponente mansión Ardlay en Chicago incapaz de contener las lágrimas de emoción tras ver el nombre del remitente escrito en el sobre de la carta dirigida a él desde Francia.
"¡Domi!¿Cómo es posible? Dios mío, creí que habías muerto. Te vi morir...", pensó mientras la mano sana le temblaba tratando de abrir el sobre y fracasaba pese a la eficiencia demostrada de la prótesis que había construido gracias al innovador diseño de Gilbert.
Aquella situación lo frustraba y lo emocionaba por igual. Atónito y perplejo volvía a manosear la carta y la chequeaba una vez más, incrédulo.
—Ten...ábrela por mí ¿quieres?— pidió entregándole a su hermano menor el sobre con la mano sana.
—Por supuesto...
El semblante de Archie estaba demudado por la sorpresa y la emoción contenida mientras intentaba sin demasiado éxito transmitirle a su hermano mayor una calma que estaba muy lejos de sentir.
—No se trata de ninguna broma de mal gusto ¿verdad?—preguntó Stair buscando una confirmación en el rostro de su hermano.
—Nos la han entregado esta mañana, Stair. No tiene ningún sentido que alguien se haya prestado a hacer algo así.— Afirmó mientras le entregaba la misiva abierta a su hermano quien la tomó entre sus temblorosos dedos, mientras la mano ortopédica descansaba inerte en el regazo de su traje de tweed inglés.
Los elegantes trazos de la letra de su antiguo compañero de armas fijaron su atención y el joven Stair sintiendo cómo una intensa emoción lo iba embargando, leyó:
" Mi querido camarada,
Rolf Baughman, nuestro apreciado capitán, me ha dicho que que ahora te encuentras en Estados Unidos. ¡Bien por ti!. Algún tiempo atrás me contaron cómo retaste a un joven y temible piloto alemán y que esto último por poco te cuesta la vida.
¿Por qué no le disparaste? Hubieras podido acabar fácilmente con él, tal y como ellos acabaron con casi todo nuestro escuadrón. No entiendo esa caballerosidad tuya, amigo mío. En la guerra no hay reglas.
Pero no voy a entrar en reproches ahora. Me alegro de que sobrevivieras. Yo por poco no lo cuento. Mis últimos recuerdos se desvanecen mientras me despedía de ti aquel día. Porque realmente, pensé que había llegado mi hora. No hablaré aquí de los detalles de mi rescate pero te diré que un milagro me salvó de morir aquel día, mientras trasladaban mi cuerpo inerte hacia la morgue donde descansaban el resto de compañeros.
¿Has vuelto a ver a tu amada Patricia? Doy por supuesto que sí. Mi amada Camille y yo hace tiempo que nos separamos. La Guerra ha sido la culpable de nuestra dolorosa ruptura. Rezo siempre porque ella y su familia se mantengan a salvo. Ahora ya no puedo hacer otra cosa más que rezar en este hospital, donde tantos otros como yo se recuperan de sus heridas...Y otros no tan afortunados mueren ante mis ojos.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
FanfictionLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...