Capítulo 11: El resurgir de A. Mc Bride

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Arthur Mc Bride estaba satisfecho

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Arthur Mc Bride estaba satisfecho. Su plan para provocar la caída de los Ardlay iba tomando forma.  Tras leer con entusiasmo el artículo sobre los desastres ocasionados por  el incendio de las fábricas de  Sâo Paulo empezó a maquinar otras formas de vengarse.  No solo quería cebarse en lo personal, necesitaba arruinarlo, dejarlo sin nada. Hundido como la rata que era.

Y en este momento, no le parecía suficiente atentar contra sus intereses económicos en otros países buscaba algo más. 

Buscaba hacerle sufrir, humillarlo públicamente.

 Y la idea fue tomando forma cuando leyó en la página de sociedad  del principal periódico de Chicago:  "WILLIAM ALBERT ARDLAY: LA VERDAD" en enormes titulares.

Aquella noticia constituía  toda una conmoción para  la alta sociedad. Y para mayor satisfacción este era uno de los  más jugosos de los varios artículos que se habían publicado durante las últimas semanas sobre la supuesta paternidad de su enemigo más acérrimo.

 La joven putilla rubia era sin duda la misma persona que había protagonizado otro artículo en el Chicago Tribune: Olivia Johnson, la misma persona que inicialmente iba a pagar por los errores de William. Y ahora tras la muerte de su padre, Arthur se lo había pensado mejor.

 Estaba claro que se había equivocado de estrategia porque  su enemigo no parecía tener ningún interés amoroso en ella. Leía con gran placer todo lo que aquella mujer despechada decía de su rival en la sección de sociedad del Chicago Tribune, en el Chicago Sun Times y  también en el Chicago Daily News. Era imparable y los periódicos no dudaban en escribir toda esa basura con la esperanza de disparar las ventas. 

"Qué interesante..."

Tenía que reconocer en ella valentía y coraje para atreverse a destapar todos los trapos sucios de la  familia Ardlay en la prensa, que complacidos, veían sus ventas dispararse. Conociendo el poder de aquella gente, se preguntaba lo que tardarían en intervenir y evitar el escándalo creciente que iba salpicando a su prohombre y principal representante. La joven presionaba, jugaba fuerte para que le reconocieran la hija bastarda de ambos.  

Y lo que aún era más atrayente para él era que toda la  inquina que vertía contra ellos, parecía funcionar. De hecho, algunas de sus empresas que cotizaban en bolsa habían empezado a sufrir la desconfianza de los inversores tras descubrirse esa nueva faceta  del  gran William Albert Ardlay.

Algunos empresarios de moral rígida  y fuertes principios éticos criticaban el comportamiento irresponsable del magnate  y empezaba a gestarse entre los inversores la natural desconfianza hacia alguien de moral  tan relajada, llegando incluso  a tacharlo  de libertino y farsante. Los antiguos enemigos de William, ansiosos por hacerse con su puesto empezaban a cuestionar su liderazgo.  Sobre todo, tras la pelea que había tenido lugar en Londres.

 Lo cual había levantado una serie de rumores que lo dejaban  a la altura del peor de los crápulas. 

Con una moral así ¿Cómo puede dirigir y defender los intereses de  su familia?—había llegado a escuchar en una de las muchas reuniones de empresarios que tenían lugar en Chicago por aquellos días. Y esa persona se  había cuidado  de que no llegara a oídos de la matriarca Ardlay quien conocía a mucha gente y su influencia todavía tenía que ser tenida en cuenta.

Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte  [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora