Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]

Capítulo 18: Una boda en Newcastle III

Atención. Este episodio tiene escenas no aptas para menores. Por favor, abstente de continuar su lectura si eres menor de 18 años.♦️♦️

Por supuesto...consentido, esperado y anhelado por nuestros personajes favoritos.

Espero que disfrutéis de su lectura.

¡Nos leemos! ❤❤❤❤

Cuando el novio pronunció los votos Candy se emocionó hasta las lágrimas y fue en ese preciso instante en el que Albert la miró sin ocultar su más que evidente admiración. Ella se sintió atrapada en el fuego silencioso y apasionado de su mirada, como si tratara de leer su alma. Luego sonrió como solo él sabía hacerlo, dejándola sin aliento mientras trataba de mirar al suelo intentando contener los ensordecedores latidos de su corazón.

"¿Qué es lo que has traído contigo que me va a devolver la felicidad Albert?" se preguntó Candy mientras observaba como él entregaba los anillos al novio tras sacarse una cajita de terciopelo burdeos oscuro del bolsillo.

Albert no le quitaba los ojos de encima mientras cumplía con sus deberes de padrino de manera diligente. Candy se sentía desfallecer con todas y cada una de las ideas que le iban rondando por la cabeza. Y todas parecían conducir a la misma extraordinaria conclusión.

La joven tragó saliva al comprenderlo todo.

¿Acaso...acaso estaba pensando en pedírselo? Candy se ruborizó con intensidad y la sonrisa de Albert se hizo aún más amplia mientras la observaba con un brillo travieso en sus ojos.

"¿Es eso lo que estás pensando, Albert?"

De pronto Candy creyó saber lo que él había estado tratando de decirle desde hacía tanto tiempo. ¿Acaso había sido ese el tema de conversación con su padre y su abuelo Thomas?

¡Con razón le había dicho que había sido una reunión muy difícil! Solo podía tratarse de eso.

Se sintió flotar, cada vez más excitada por sus propias conclusiones.

"Dios, mío. Me va a pedir que sea su esposa...¡Albert! te diré que sí, claro que sí...una y mil veces sí."

Esos hermosos ojos de nuevo fijos en ella.

Y Candy miró al suelo tratando de que no se le notara en la cara la emoción creciente que sentía. Ese suelo magnífico que seguía un elegante y sencillo patrón geométrico de losas de mármol blanco y negro era un buen refugio para disimular sus sentimientos.

Levantó luego la mirada algo ceñuda esta vez intentando serenarse. No quería dejarse llevar por la primera impresión. Aunque todo pareciera conducir a la misma conclusión no quería generarse falsas expectativas.

Lo conocía bien. Nunca sabía a qué atenerse con él y tampoco parecía haber cambiado mucho desde que la enviara a Escocia.

"Oh...Albert. No sé qué pensar ahora" pensó mordiéndose los labios anticipando una respuesta que la quemaba, que ansiaba darle sin vacilación y con toda la convicción de la que era capaz.