El señor William Albert Ardlay salió de la reunión con los Archer tranquilo, con la cabeza erguida y más decidido que nunca a ser parte de la vida de Candy. No iba a volver a dejar que nada se interpusiera entre ambos.
La vio en la sala de estar sujetando una taza de té con expresión ansiosa.
—¿Cómo ha ido, Albert?—Inquirió preocupada.
El joven sonrió pero no estaba dispuesto a dar ningún detalle sobre algo que para él había quedado más que claro.
—Bien, Candy. Me han permitido ser tu acompañante.—Dijo mientras observaba a la madre de Clarice acercarse a Scott Archer.
La joven abrió los ojos y suspiró con alivio manifiesto.
—¿De veras? ¡ Entonces es maravilloso!—Exclamó batiendo las palmas.
Observó la expresión complacida de Ariadna, la mirada desconfiada de Leticia. Pero Albert no estaba dispuesto a dejar que la familia de Candy lo intimidara, no cuando sus intenciones eran honestas.
—Lo es sin duda alguna.— Afirmó él con calma.
La actitud de Candy en cambio era diferente, estaba feliz y quería compartirlo con todo el mundo.
—¡Mamá! ¿Has oído? ¡Nos permiten ir juntos! —Exclamó alborozada.
La expresión de Clarice era confiada, tranquilizadora.
—Si ellos no tienen inconveniente entonces yo tampoco tengo nada que objetar, mi niña.—Dijo sonriente y observando complacida su expresión.
Clarice quería que su hija fuera con aquel hombre tan distinguido a la boda de su secretario. Estaba segura de que el señor Ardlay tenía un interés genuino por Candy. Le había quedado claro con su actitud protectora y su nada recatado regalo al recordar la extraordinaria esmeralda que ella le había enseñado durante la pasada navidad en Annandale. Sabía que un hombre estaba tras ella, aquel Arthur al que habían perdido la pista en Chicago. No debía de haber sido fácil para Albert tener que ocultar sus sentimientos de aquella manera. Ella lo entendía aunque ansiaba que las cosas tomaran un cariz diferente. Estaban en Inglaterra y quizá las cosas allí podían darse de otra forma.
Luego miró hacia su suegro quien continuaba serio y ceñudo. Y también a su marido preguntándose de qué habrían hablado. Algo estaba claro: habían accedido a que él la acompañara a la boda de Georges y la detective Higgins en Newcastle.
Aunque Thomas enrocado en su desconfianza, todavía observaba con manifiesta hostilidad al joven pretendiente de su nieta.
"Thomas no parece muy contento aún", pensó Clarice preocupada.
Luego de murmurar una excusa se fue hasta su habitación en el segundo piso. Aún no se había recuperado del todo y necesitaba descansar. Scott Archer se acercó a su esposa y le susurró que todo estaba en orden.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
FanfictionLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...