El informe llegó a la policía, el fiscal del distrito se hizo cargo inmediatamente del caso y el juez redactó la orden de registro que sacudió a la familia Mc Bride hasta los cimientos. Un asesinato de aquel calibre bien podía encumbrar la carrera del fiscal loco por tener en su haber un caso tan notorio y muchos se frotaban las manos ansiosos por cobrarse las cabezas del magnate Oberon Mc Bride y sus cómplices. Iban a rodar muchas cabezas y no era para menos.
Las pruebas que Cecily había recabado para limpiar su conciencia podían acabar de una vez por todas con una de las familias mafiosas más importantes de Chicago. De este modo un gran operativo policial no tardó mucho en detener a Oberon Mc Bride y ser conducido a prisión sin muchos miramientos.
Allí el hombre con fingida calma se hizo cargo de la situación. Llamó a su abogado y dejó que llovieran sobre él las acusaciones que lo incriminaban en uno de los crímenes más mediáticos de las últimas décadas. Le acusaban no solo de haber orquestado la muerte del reputado empresario William Clyde Ardlay sino de otros muchos delitos, entre los que figuraban complot para asesinar a Dalilah O'Sullivan y a tres matones de poca monta que habían participado en una reyerta a finales de año.
Pero aquello no se quedaba así.
Higgins & Asociados habían logrado sacar a la luz la existencia de una red criminal de sobornos a policías que mantenía bajo su yugo infame amplias zonas de Chicago plagadas de prostitución y juego ilegal que implicaba a personalidades de la política local. Lo que más había impresionado a la buena sociedad de Chicago era que aquella organización estaba detrás de un siniestro complot para secuestrar y hacer desaparecer a una joven integrante de la familia Ardlay, de la que nadie tenía noticias desde hacía tiempo y según los últimos rumores residía en el Reino Unido desde hacía casi un año.
Y esto para mayor crispación de Elroy había vuelto a salpicar a Neal Lagan, que cumplía su condena prestando servicios a la comunidad y a Arthur MC Bride que había salido de prisión hacía escasas semanas tras cumplir su ridícula sentencia por escándalo público. Sin embargo, sus delitos habían sido mucho más graves, como bien sabía el jefe del clan Ardlay y el propio Neal quien bastante tenía con tratar de pasar desapercibido. No le convenía declarar contra Arthur y contar lo que sabía en el estrado ya que temía por su vida.
Albert podía sentirse orgulloso de lo que habían conseguido gracias al esfuerzo de todos. Pero no todo era tan satisfactorio. Sentía la amargura de haber descubierto la causa real de la muerte de su padre junto con la impotencia de no haber podido hacer nada en su momento ya que solo era un niño. No podía perdonar, ni olvidar el hecho de que el delito hubiera sido encubierto por el antiguo forense quien había falseado el informe inicial sobre su muerte ya que el antiguo socio de su padre había pagado por su silencio. William hubiese deseado que la justicia también se hubiera hecho cargo de él, pero había fallecido hacía tiempo.
Oberon Mc Bride tras pagar la millonaria fianza que le exigió el juez, se ocultaba tras su ejército de abogados alegando que todo era una sucia treta para entorpecer su carrera política y negaba categóricamente todos los cargos que se le imputaban mientras se aseguraba de salir bien parado en los periódicos afines a su causa, confiando en que le apoyara la opinión pública.
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Esmeraldas bajo un cielo sin nubes [Libro 2 ] Tu destino: Mi suerte [Libro 3]
FanficLa tutela de Candice White Ardlay ha sido revocada por su tutor en favor de su padre biológico. Neal está buscando cobrarse su venganza y Arthur Mc Bride sigue obsesionado con destruir a su antiguo enemigo de la universidad. No sólo busca arruinar...