capitulo 1,5

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-no es muy ingenioso -opinó el señor koreander-
¿y qué más?
Bastian titubeó antes de hacer una enumeración
-chiflado, bólido cuentista, bolero...
-¿chiflado? ¿por qué?
-porque a veces hablo solo.
-¿De qué, por ejemplo?
-me imagino historias, invento nombres y palabras que no existen, y cosas asi
-¿y te lo cuentas a ti mismo? ¿por que?
-bueno, porque no le interesa a nadie
El señor koreander se quedó un rato en silencio, pensativo
-¿que dicen a eso tus padres ?
Bastian no respondió enseguida. Solo al cabo de un rato musitó: -mi padre no dice nada. Nunca dice nada. Le da todo igual.
-¿y tu madre?
-no tengo
-¿están separados tus padres?
-no -dijo bastian-. Mi madre está muerta.
En aquel momento sonó el teléfono. El señor koreander se levantó con cierto esfuerzo de su sillón y entró arrastrando los pies en una pequeña habitación que habia en la parte de atrás de la tienda. Descolgó el teléfono y bastian oyó confusamente cómo el señor koreander pronunciaba su nombre. Luego la puerta del despacho se cerró y sólo pudo oír un murmullo apagado.
Bastian se puso en pie sin saber muy bien lo que le había pasado ni por qué había contado y confesado todo aquello. Le molestaba que le hicieran preguntas. De repente se dio cuenta con horror de que iba a llegar tarde al colegio; era verdad, tenia que darse prisa, correr... Pero se quedó donde estaba, sin poder decidirse. Algo lo detenía, no sabia qué.
En el despacho seguía oyéndose la voz apagada. Fue una larga conversación telefónica.
Bastian se dio cuenta de que, durante todo el tiempo, habia estado mirando fijamente el libro que el señor koreander había tenido en las manos y ahora estaban en el sillón de cuero. Era como si el libro tuviera una especie de magnetismo que lo atrajera irresistiblemente.

la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora