21,2

27 2 2
                                    

Fújur volvió otra vez la cabeza.

-¿No quieres pensarla un momento al menos?

-No -respondió Bastian-, ¿Para qué?

Entonces, por primera vez, Atreyu se encolerizó,

-¡Bastian, vuelve en ti! ¡Tienes que comprender que no puedes continuar así! ¿No te das cuenta de que has cambiado por completo? ¿Qué tienes que ver ya contigo mismo? ¿Y en qué te convertirás aún?

-¡Gracias -dijo Bastian-, muchas gracias por ocuparse constantemente de mis asuntos! Pero, a decir verdad, preferiría mucho más que me dejaran en paz de una sola vez. Soy yo -en el caso de que lo hayas olvidado-, yo quien salvó a fantasía; Soy yo a quien la hija de la luna ha confiado su poder: Y alguna razón debe de haber tenido para ello, porque si no hubiera podido dejarte a AURYN a ti, Atreyu. Sin embargo, ¡te quitó el signo y me lo dio a mí! ¿Dices que he cambiado? Si, mi querido Atreyu, ¡en eso puede que tengas razón! ¡No soy ya el bobo inofensivo y despistado que ustedes ven en mi! ¿Quieres que te diga por qué quieres realmente que te dé a AURYN? porque sencillamente, estás celoso de mi, nada más que celoso. Todavía no me conoces, pero si sigues así - te digo una vez más por las buenas- ¡Me vas a conocer!

Atreyu no respondió. El vuelo de Fújur había perdido de pronto toda su fuerza; el dragón se deslizaba fatigosamente por el aire, hundiéndose cada vez más, como un pájaro herido.

-Bastian -pudo decir finalmente Atreyu con dificultad-, lo que acabas de decir no puedes pensarlo de veras. Vamos a olvidarlo. No has dicho nada.

-Está bien -respondió Bastian-, como quieras. No he sido yo quien ha empezado. Pero por mí que no quede: borrón y cuenta nueva.

Durante un rato nadie dijo nada.

En la lejanía surgió ante ellos, del bosque de orquídeas, el castillo de Hórok. Parecía realmente una mano gigantesca con los dedos extendidos.

-Pero quisiera dejar una cosa en claro de una vez por todas -dijo Bastian súbitamente-: he decidido no volver: Me quedaré en fantasía para siempre. Me gusta mucho. Y por eso no me cuesta ningún trabajo renunciar a mis recuerdos. Y, en lo que se refiere al futuro de fantasía, puedo darle a la emperatriz infantil otros mil nombres. ¡No necesitamos al mundo de los seres humanos!

Fújur dio de repente un brusco giro y voló de regreso.

-¡Eh! -exclamó Bastian-, ¿Qué haces? ¡Sigue adelante! ¡Quiero ver a Hórok de cerca!

-No puedo más -respondió Fújur con la voz rota-. Realmente no puedo más.

Cuando, más tarde, aterrizaron junto a la caravana, encontraron a su compañeros de viaje muy excitados. Resultó que la comitiva había sido atacada por una banda de unos cincuenta tipos muy fuertes que llevaban corazas o armaduras negras como insectos. Muchos de los compañeros de viaje habían huido y solo entonces volvían, solos o en grupos; otros se habían defendido valientemente con las armas, sin lograr, sin embargo, nada. Aquellos gigantes acorazados habían aniquilado toda resistencia como si un juego de niños. Los tres caballeros Hykrion, Hysbald y Hydorn se habían batido heroicamente, sin conseguir; no obstante, vencer a uno solo de sus contrarios. Por fin, dominados por fuerzas superiores, habían sido desarmados, cargados de Cadenas y llevados a rastras. Uno de los acorazados había gritado con voz extrañamente metálica lo siguiente:

<< Este es el mensaje de Xayide, señora del castillo de Hórok, a Bastian Baltazar Bux. Ella exige que el salvador se le rinda sin condiciones y jure servirla como fiel esclavo con todo lo que es, posee y sabe. Si no estuviera dispuesto a ello y quisiera, con cualquier artimaña, contrariar la voluntad de Xayide, sus tres amigos Hykrion, Hysbald y Hydorn morirán en el tormento de una muerte lenta, ignominosa y atroz. Habrá de decidirse rápidamente, porque el plazo acabará mañana al salir el sol. Éste es el mensaje de Xayide, señora del castillo de Hórok, a Bastian Baltazar Bux. Ha sido trasmitido>>

Bastian se mordió los labios. Atreyu y Fújur miraban fijamente ante si, pero Bastian sabía exactamente lo que pensaban. Y precisamente el hecho de que no dijeran nada lo irritó más aún interiormente. Pero no era el momento oportuno para hablar de ello. Más adelante encontraría la oportunidad adecuada.

-No me voy a someter de ningún modo a esa coacción de Xayide, eso está claro -dijo en voz alta a los que le rodeaban-: debemos elaborar enseguida un plan para liberar rápidamente a los tres prisioneros.

-No será fácil -opinó Illuán, el yinni azul de pico de águila-: a esos tipos negros no los podemos dominar entre todos, eso se ha visto ya. E incluso aunque tú, señor y Atreyu y su dragón de la suerte luchen a nuestro frente, pasará demasiado tiempo hasta que lleguemos al castillo de Hórok. La vida de los tres caballeros está en manos de Xayide y, en cuanto vea que atacamos, los matara. Eso me parece indudable.

-Entonces no debe notar nada -declaró Bastian-. Tenemos que sorprenderla.

-¿Cómo? -pregunto un troll de cuatro cuartos, que había vuelto hacía adelante su rostro colérico, lo que le daba un aspecto bastante terrible-. Xayide es muy astuta y estará preparada para toda eventualidad.

-Eso me temo también -dijo el príncipe  gnomo-. Somos demasiados para que no nos vea si nos acercamos al castillo de Hórok. Una expedición así no puede esconderse, ni siquiera de noche. Sin duda. Xayide habrá apostado centinelas.

-Entonces -reflexionó Bastian-, podemos servirnos precisamente de eso para engañarla.

-¿Qué quieres decir, señor?

-Tendran que continuar con toda la  caravana en otra de dirección, de forma que parezca que huyecen, como si hubiesen renunciado a liberar a los tres prisioneros.

-¿Y qué será de ellos?

-Yo me ocuparé de ellos, con Atreyu y Fújur.

-¿Los tres solos?

-Si -dijo Bastian-. Naturalmente, si Atreyu y Fújur me apoyan. Si no, lo haré yo solo.

Le dirigieron miradas de asombro. En susurros, los que estaban cerca se lo contaron a los que no habían podido oirlo.

-Eso, señor -exclamó finalmente el yinni azul-, pasará a la historia de fantasía, tanto si vences como si no.

la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora